Le reconocemos
Hoy se proclama la tercera aparición de Jesús a sus discípulos en el evangelio de Juan, y en esta ocasión junto al mar de Tiberíades. Este relato, lleno de significados eclesiales y espirituales, simboliza la tarea y misión de la Iglesia. Pedro como cabeza del grupo será el que asuma la tarea de liderarlos. Pero todos participan del mismo objetivo. Podemos descubrir que el éxito de la misión cristiana no depende del esfuerzo humano, sino de la presencia viva del Señor en ella.
"Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar». Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo»." Irse a pescar es lo mismo que ir a Emaús. Es volver a lo que vivimos antes de conocer a Cristo. Y es la respuesta humana frente a un gran trauma. Ante la cruz lo que sale es replegarse a lo conocido. Y Jesús se acerca a llenar de vida esas existencias vacías. Volver a lo de siempre sin Cristo es frustración y vacío. Lo de siempre con Jesús es sobreabundancia, y contemplar la luz de su rostro.
Se aparece en medio de la tarea, están pescando. Con Él todo cambia. Cambian la dirección dónde echar las redes, se llenan. Ya tienen pescado. Les prepara unas brasas y de nuevo la mesa: «Vamos, almorzad». Un poco de dudas sobre quién era aquel, están nerviosos, están inquietos... pero "sabían bien que era el Señor". Todo cambia, todo se hace nuevo. Seguimos viviendo lo mismo pero todo es diferente.
Jesús se aparece a los discípulos en su cotidianidad, en su trabajo. No lo reconocen cuando les pide pescado. Él les ofrece una pesca fructífera. El signo de su presencia es la abundancia. Escuchar y cumplir su palabra supone “pescar” en el desbordamiento. Y…comer.
En Pascua, Jesús viene a nuestro encuentro. Felices seremos, si con mirada transparente, y llenos de fe le reconocemos.
«Es el Señor» Cuando lo maravilloso llena nuestra vida tras de un tiempo de decepciones, es cuando somos capaces de reconocerlo. Para ello debemos recordar todo lo que hizo con nosotros mientras le escuchábamos, como partía el pan y nos lo daba, solo así la Pascua será camino.
«Es el Señor» Resuena el primer credo de la Iglesia, a orillas del Tiberiades. La dice el discípulo amado pues sólo desde la experiencia de sentirse amado por Dios puede profesarse, con autenticidad, el credo. En los momentos de mayor fracaso o de mayor éxito, Él se hace presente siempre.
"Es el Señor" Una vez más, se repite la invitación eucarística que hace dos mil años confirmó a los discípulos, y hoy nos sigue confirmando, la Presencia viva del Maestro entre nosotros.
"Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro: Es el Señor" Quisiera los ojos de Juan que ven al Señor, y convertir el mar de mi vida en camino hacia Él "Pedro... se ató la túnica y se echó al agua" Quisiera el corazón de Pedro para lanzarme sin miedo.
No puedes aceptar el mal.
Que yo sepa reconocerte como el discípulo amado.
El Señor lo puede todo Gracias Señor por velar por todos y los Marineros Gracia Padre Juan Luis
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