La mejor noticia

 


“Vio y creyó”
 
Jn20,1-9.

María Magdalena va al sepulcro. Se ha quedado atrapada en la muerte. Estaba todavía oscuro, pero ve. La losa está quitada. La losa quitada invita a la confianza y la esperanza. Dios retira losas para que la Vida brote, para que el Amor triunfe.

Lo busca María Magdalena y no lo encuentra, van Juan y Pedro, por el testimonio de ella, y ven que la tumba está vacía. La muerte no ha vencido, la esperanza se ha hecho realidad. Empiezan a entender sus palabras. Cristo ha resucitado, aleluya, aleluya.

María Magdalena fue el primer apóstol de la buena noticia: ¡He visto al Señor! Juan y Pedro lo certificaron entrando en el sepulcro vacío y luego apareciste triunfante en el Cenáculo hasta convencer a todos, incluido al terco Tomás. Y todo se inundó de alegría: ¡Ha resucitado!
La comunidad va a cambiar por completo, el miedo se transforma en luz, la esperanza se hace realidad, 

 “Vio y creyó”. ¿Pero qué vio? Vio los signos de la resurrección: el sepulcro vacío con las vendas y el sudario. Un sepulcro sellado y custodiado no podía quedar abierto y vacío. Además, las vendas y el sudario eran las que tenía Jesús, el crucificado. Ahora, ya no está: ¡HA RESUCITADO!

 "Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos." Seguimos sin entender que nuestra vida no está amenazada de muerte, sino de resurrección. Y vivir liberados del miedo a la muerte, todavía no se ha manifestado lo que supone. Pero vivir liberado del miedo a morir, nos invita a vivir alegres, alegrando, contagiando vida en abundancia. Sin espacios para el lamento, sino con una opción por dar la vida cada día, seguros de que se nos devuelve multiplicada por cien.


Con la Resurrección de Jesús, todo vuelve a comenzar de nuevo.
Todo vuelve a “recrearse de nuevo”.
Los “anuncios y promesas se han cumplido”.
Y una “nueva esperanza comienza a brillar”.
Y ahora a “recorrer el mundo anunciando nuevas esperanzas”, “sembrando nuevas esperanzas”.
“A sembrar vida, donde reinaba la muerte”.
“A sembrar alegría, donde reinaba la tristeza”.
“A sembrar ilusiones, donde había desilusión”.


 

 

FELIZ PASCUA. CRISTO HA RESUCITADO

 

 

 

 

 

La losa

Estalló desde dentro
la vida.
No había losa
capaz de resistir
la pujanza
de un amor
inmortal.
La tristeza
aún no lo sabía,
pero había perdido la batalla.
El dolor alumbró
la fiesta.
El llanto fue antesala
del abrazo jubiloso.
Los mercaderes
de odio
estaban arruinados.
Dios reía.
Y nosotros,
empezamos
a comprender.

(José María R. Olaizola, sj)



 

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