¡Tomad y vivid!

 


"Tomad, este es mi cuerpo. 
"Tomó luego una copa 
y, dadas las gracias, 
se la dio, y bebieron todos". 
(Mc 14,12a.22-25).

Día de los Ácimos. Sacrificio del cordero pascual. Jesús bendice el pan, lo parte y lo da: «Tomad esto es mi cuerpo». Toma el cáliz, acción de gracias y lo da para que beban. «Está es la sangre de la alianza, que es derramada por muchos». Sacerdocio, entrega y vida.


Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote. Él es el Encuentro definitivo de Dios con la humanidad para siempre, un Encuentro que nos cambia para siempre, donde Él lleva la iniciativa, donde deja la libertad de respuesta, donde el Amor lo llena todo.

¿Comprendes lo que hizo Jesús, por ti? ¡Ofreció su Vida hasta el extremo! ¡Aprovechemos la Sangre Divina derramada, el Pan de Vida, que nos rescata, y nos da la Fuerza Vital!

Nadie como Él: para acercarnos a Dios, para enseñarnos a amar, para guiar el camino de respuesta a la llamada, para hablarnos de Dios, para cuidarnos, perdonarnos, acogernos. Nadie como Él que dio la vida por nosotros. Único, Santo, Eterno…Sacerdote

Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote. No sólo es puente que une la humanidad con Dios, sino que también se nos ofrece en alimento de salvación tras su entrega al Padre para salvarnos. En este eclipse de Dios que altera nuestra visión de la realidad, busquemos en Él nuestra luz.


"Tomad, esto es mi cuerpo".
Tan pendientes de buscar a Dios en grandes apariciones, que lo perdemos de vista en lo pequeño, en lo cotidiano... en un poco de pan y un poco de vino. En un poco de pan y de vino nos da todo su ser e invita a hacer con nuestra vida lo mismo: una continua eucaristía para los demás.

La convicción de que hemos recibido la vida para compartirla y entregarla es una de las certezas de la fe. Quien se guarda la vida la pierde. Quién la da gratuitamente en todo lo que hace la gana. Nuestras vidas son únicas e irrepetibles por eso vivir es la fiesta del encuentro. Es la posibilidad de hacer de nuestros días una historia de salvación y ayudar a los que no lo saben, a qué su vida es valiosa.

Jesús nos entrega su vida. Su amor sin medida nos mueve e impulsa a una respuesta de amor, que se exprese en gestos sencillos en el diario vivir; cualquier ocasión es una oportunidad para hacerlo siempre con amor.

Cada día me acerco a tu fuente, Señor, para aprender a amar. Cada día tu Palabra reaviva mi fe, en medio de las tormentas.


«Tomad, este es mi cuerpo»
Acaso cabe mayor donación que cuando uno se entrega por todos aquellos que sean capaces de reconocerlo, de aceptar su mensaje y comprometerse a llevarlo a cabo. Incluso por sus enemigos que les queda abierta la puerta de reconocer tan gran acto de Amor.

Tu modo

Sin imponer, sin juzgar, sin segundas intenciones.
Así te acercas, Jesús, al que más te necesita.
Y a mí también.
Dejas espacio, silencio, posibilidad
para que sea él –para que sea yo–
quien exponga su deseo,
mi necesidad, mi anhelo.
Sin prisas, sin condiciones, sin exigencias.
Así, Jesús, perdonas, curas, sanas.
¿Me lo creeré alguna vez?
¿Aprenderé tu modo
de acercarme,
de dejar espacio,
de perdonar,
de curar
y de sanar?


(Óscar Cala, SJ)


 

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