El primero
«Quien quiera ser el primero que sea el último de todos» Jesús reitera su enseñanza sobre el destino del Hijo del hombre; pero los discípulos no entienden, tienen miedo a que Jesús les sorprenda. Lo quieren seguir con el equipaje de sus criterios humanos. Jesús les explica lo que supone estar con él: tienen que dejar de lado toda ambición, y ser el servidor de todos. En la misión no van solos, llevan la presencia de Jesús y del Padre.
Orar es abrir los oídos a los pequeños, a los que apenas tienen voz en la tierra.
El servicio es propio de nuestro ser creyente. No se trata de evitar ser el primero y tener responsabilidades sino de ponerlas a disposición de los que más lo necesiten mostrando en el servicio a quién nos acoge como hijos. Ser último con los últimos para que ellos sean primeros. Dejar sitio, hacerse a un lado, defender los derechos, compartir la vida, pedir justicia, ceder privilegios… Hacer primeros en nuestro corazón a los que este mundo hace últimos.
Quien quiera ser el primero, sea servidor de todos No buscar los primeros puestos, ser últimos para que otros, que son últimos en nuestro mundo, sean primeros en trato, en justicia, en derechos, en cuidados. Ser últimos para que los últimos sean primeros, dejar pasar, dejar sitio, estar y ser con ellos. Lo más pequeño y vulnerable es lo principal a los ojos de Dios.
Cuando anuncia su pasión y muerte, sus discípulos se sienten desconcertados. Por eso, coloca en medio de ellos a un niño y lo presenta como referente para su vida. "El que acoge a un niño...". Que pongan a un niño en tus manos, es algo muy sagrado. Ponen sueños, ilusiones, posibilidades... Cuida ese tesoro como lo más preciado que Dios pone en tus manos.
Para ser amigo de Jesús, y amigo de sus amigos: humildad que nos asemeja al Corazón de Jesús.
Carta a los camorristas
Queridos hermanos,
¿cómo podéis andar con esos conflictos y luchas entre vosotros? ¿Creéis que
esto es divertido? ¿No hay algunos que encontráis una enorme satisfacción en la
esgrima verbal, en los insultos virtuales, en andar cazando brujas? Insultáis y
no construís. Señaláis y no cuidáis. Juzgáis y no amáis. Pedís sin fe, lo que
aumenta vuestros egos pero no construye el Reino de Dios. Os encanta el aplauso
de hordas afines, sin comprender que seguís a un crucificado. Envidiáis éxitos
ajenos, sin comprender que el Espíritu nos llama a la humildad. Pues acordaos,
Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes. Por eso, sed
humildes. Plantad cara al mal y acercaos a Dios. Dejaos de frases tumbativas,
abrid el corazón al prójimo. Arrepentíos de tanta vanidad. Haceos humildes de
verdad delante de Dios y Él os ensalzará.
(Rezandovoy, adaptación de St 4, 1-10)
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