Ciento por uno
Todos dejamos y soltamos a lo largo de la vida. Cambiamos de casa, de lugar, de trabajos. Lo importante es lo que nos va configurando en medio de los cambios. Y lo importante es lo que seguimos. Con los ojos fijos en Jesús la vida nos va desvelando su misterio. Cada día más agradecidos, generosos, disponibles, atentos, alegres. El paso del tiempo nos señala que no estamos solos. La recompensa es el ciento por uno. Cada vez más nombres, más historias compartidas, más personas que se vuelven hogar.
Con los ojos fijos en Jesús la vida nos va desvelando su misterio. Cada día más agradecidos, generosos, disponibles, atentos, alegres. El paso del tiempo nos señala que no estamos solos. Desprenderse para que sólo Él y el Evangelio guíen nuestra vida, para que la ausencia de ataduras nos conduzca a estar y ser más cerca de y con los últimos. La recompensa es el ciento por uno.
“Muchos primeros serán últimos y muchos últimos primeros”. Esta afirmación de Jesús tiene su contexto en la observación de Pedro: "mira, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido". Suena a decir... hemos salido perdiendo por ti, hemos quedado los últimos. El Señor les ofrece otra perspectiva: la mirada de Dios. "Muchos últimos..." No por estar ya lo tenemos todo hecho, la vida es un continuo caminar y el camino se recorre desde el servicio, sin pretender estar por delante de nadie sino sabiendo que llevamos en nuestra actos al hacedor de la vida.
YA VES QUE LO HEMOS DEJADO TODO Y TE SEGUIMOS Te recordamos, Señor, lo que hacemos por Ti, en vez de agradecer lo que Tú haces por nos. Y tú nos miras con cariño y paciencia, esperando que aprendamos la lección, y vivamos la entrega con humildad y gratitud.
Dejar todo es recibir cien veces más. Los primeros serán los últimos, y los últimos los primeros. Jesús propone un orden, una jerarquía diferente. Solo poniendo a Dios en el centro se entiende. De lo contrario los esquemas humanos nos atrapan, nos limitan y nos matan.
Jesús nos invita a vivir en gratuidad, entregando la propia vida a Dios y poniéndola en sus manos al servicio de los hermanos y de las hermanas. Nos propone un estilo de vida evangélico que ensancha la familia y crea comunidad. Nadie que haya dejado… quedará sin recibir. Dios es buen pagador. Haz frente al deseo de acumular con tu vida compartida. Ligero de equipaje, te sigo Jesús. En mi mochila, tu alegría y un pan para una eucaristía.
La llamada del todo
Hay que dejarlo
todo
en el seguimiento a Jesús.
Primero se dejan las cosas:
lo que se recibe heredado
y viene grapado a apellido,
lo que es fruto del trabajo
y lleva nuestra huella.
También hay que dejarse a sí mismo:
los propios miedos,
con su parálisis y los propios saberes,
con sus rutas ya trazadas.
Después hay que entregar
las llaves del futuro,
acoger lo que nos ofrece
el Señor de la historia
y avanzar en diálogo
de libertades encontradas
mutuamente para siempre,
que se unifican en un único paso
en la nueva puntada de tejido.
(Benjamín G. Buelta, sj)
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