"No es de los nuestros".
El Evangelio no es instrumento de división, arma de ideologías, ni conquista de los más fuertes. No se deja atrapar en esquemas estrechos, llenos de normas, condicionados por afectos. El Evangelio es grande, universal, para toda persona que viva en bien y verdad.
En un mundo enfadado, donde los más grandes se portan como niños pequeños por que le han mirado mal. Nosotros debemos dar testimonio de cercanía y unión, sin buscar enemigos sino personas que hacen el bien y caminan.
Jesús expresa la convicción de que es necesario salir de uno mismo para apoyar lo bueno que hay en los demás. No podemos enroscarnos en posiciones personales y excluyentes. El que se adhiere a Jesús no puede ser fuente de conflictos y discordias, sino de fraternidad universal.
¿Por qué nos tememos tanto? ¿De dónde nos nace este afán por dividir y trazar fronteras, cuando lo nuevo de Dios es la comunión? Destruye toda muralla que te impida ver el sol. Pide al Espíritu el don de poder amar a todos.
Padre, si todos son tus hijos, ¿cómo es que no son mis hermanos? Espíritu de amor, recrea la comunión en mi corazón.
Muchas gracias Señor por tu mirada que es capaz de rescatar lo positivo y bueno que hay en los demás. Gracias por construir puentes y no levantar muros. Gracias por acercarte al desconocido y valorarle. Los discípulos ven al desconocido como una amenaza. "No es de los nuestros". ¿Quiénes son los nuestros? Si todos somos hijos e hijas de Dios. Si nuestro origen común son las entrañas amorosas del Dios que nos da el ser, todos participamos de la misma bendición. Gracias por acogernos a todos.
No todos están a favor nuestro, ni todos en contra
nuestro, Señor.
Aquellos que comparten la misma fe, aunque sean de otro grupo, son de los
tuyos, son de los nuestros.
Los que trabajan por la justicia y la paz son de los tuyos, son de los
nuestros.
Los que defienden la vida de todos y en especial de los más pobres, de los
niños, también de los no nacidos, de los enfermos... son de los tuyos, son de
los nuestros.
Ábreme los ojos para descubrir que hay muchas personas (casi todas) que son de
los tuyos, de los nuestros.
Gracias por las maravillas que tu Espíritu realiza en el corazón de las mujeres
y los hombres
que, aunque no parezcan de los nuestros, aunque abracen otros credos o no crean
en Dios,
aunque voten a otros partidos políticos, canten otras canciones y hablen otros
idiomas,
están movidas por tu mismo Espíritu. Gracias, Señor.
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