Valor

 


“En el mundo tendréis luchas; 
pero tened valor: yo he vencido al mundo” 
(Jn 16,29-33)

 “El cristiano vive con esperanza, sabe que su vida tiene un futuro, sabe que su vida no acaba en el vacío, sino en Dios. Porque fuimos creados para una gran realidad, para Dios mismo, para ser colmados por Él. Esta virtud de la esperanza, si es verdadera, transforma de un modo nuevo la vida, entonces ya no se vive sólo para sí mismo, se vive para Dios y para dar esperanza”. Siempre se nos brindarán oportunidades para mostrar nuestro amor al Señor, si cada día lo vivimos como un regalo que se nos concede y siempre podremos ofrecérselo. (Benedicto XVI: Encíclica “Spe salvi” n 34)

Cuando lo que dice Jesús les resulta comprensible porque habla claro, será cuando a ellos todo se les oscurezca. Se dispersarán y lo dejarán solo. La transparencia del evangelio se enfrenta a un mundo de hipocresía, individualismo y conquistas. Valor para luchar.


«Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí»
La paz que buscamos no es el vacío interior ni el alejarnos del mundo. Esa paz no es la que nos da quien camina con nosotros, al hablarnos con la sencillez del que sabe que la vida se hace paso a paso.

Hablamos mucho de paz porque carecemos de ella. Hay demasiados conflictos, demasiada violencia, demasiados atropellos a la dignidad de las personas. Y buscamos mediadores o solucionadores de conflictos. El Señor nos recuerda que en él podemos encontrar la verdadera paz.

Encontrar la paz en Jesús en medio de las muchas dificultades y luchas de la vida de cada día es poder encontrar un tiempo cada día para acoger su Palabra en el corazón. Si no lo hacemos es muy fácil perderse.

La relación con Él no es de momentos, es de proyecto vivido y realizado juntos. Encontramos la paz en Él cuando hacemos del perdón parte fundante de nuestra vida, nos sabemos perdonados por Él y perdonamos a los demás como Él lo hace con nosotros. En quinto lugar la paz que encontramos en Él se basa en una relación de amistad y verdad, de cercanía y claridad, de caminar y crecer con Él, de corazón abierto para gozar del encuentro. 


 

"En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo." Gracias Jesús por animarnos y esperanzarnos cuando vivimos dificultades y luchas. Cuando el cansancio y el pesimismo se instala en la mirada sobre nosotros mismos y sobre la realidad. La vida de Jesús estuvo envuelta en conflictos e incomprensiones. Le rechazaron, le traicionaron, le torturaron, pero nadie le hizo odiar, o maldecir. El amor se hizo fuerte en su vida. Eso significa vencer al mal y a la muerte. Su vida nos anima.

Señor Jesús, aumenta nuestra fe en ti que estás en la casa del Padre y te quedaste también con nosotros en el pan, en los hermanos, en el gozo, en la risa abierta, en todo corazón que ama y espera, en estas vidas nuestras de cada día.  
Señor, haz que seamos humildes. 
Haz que reconozcamos nuestra incapacidad. 
Pero sabiendo que todo lo podemos con la fuerza de tu Espíritu

Jesús nos promete dejarnos el Espíritu de Dios habitando dentro de nosotros. Mi casa pequeña convertida en la mansión de un Dios, como dice este poema:

Espíritu de Dios en el hombre

Dicen que si escucho muy dentro
ahí habitas.
Más dentro que el miedo o el coraje.
Más profundo que la risa o la lágrima.
Más mío que la certeza o la duda.
Más amor que el más tierno abrazo.

Dicen que tu voz arrulla los vacíos
y tu silencio acalla los ruidos.
Dicen que sacias el hambre
de quien no sabe,
de quien no tiene,
de quien no puede,
de quien no llega…

Y vuelcas, en mí, palabras de evangelio
y justicia, de perdón y paz,
de llamada y envío, de encuentro…
nombres que en toda lengua se entienden.

Agua fresca en la garganta reseca,
rescoldo de una Vida
que se niega a rendirse,
serenidad en la hora crítica,
tormenta en la historia insípida,
puente que salta abismos imposibles…
…haciendo de mi casa pequeña
la mansión de un Dios.


(José María R. Olaizola, sj)


 

 

 

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