El protagonista
Cuánto debiéramos meditar estas palabras del Señor: os conviene que yo me vaya... Él les ha acompañado y defendido. Pero si se va, vendrá sobre ellos otro defensor, el Espíritu de la verdad. Será el Espíritu del Resucitado quien irrumpirá en nuestra vida poniendo fuego al hielo.
Jesús se marcha, y la tristeza no puede llenar el corazón. Es conveniente su marcha para que venga el Espíritu. Una ausencia que será presencia, descubrimiento, manifestación. Mostrará el pecado de la increencia, la justicia de quien no ve, y la condena del mal
"La tristeza os ha llenado el corazón". Hay momentos en nuestra vida en que el Señor se nos aparece lejos y sufrimos su ausencia. Vivimos los tiempos del desierto como una oportunidad de crecimiento para invocar al Espíritu Santo y leer nuestra vida y acontecimientos según la lógica de Dios que siempre nos asombra. Hay situaciones que pesan, que hacen mella en el alma. ¿Qué esperar en esos momentos? Confía y camina, Él no te dejará solo.
Jesús nos enseña a vivir confiados tanto las llegadas, como las salidas. Cuando se cierra una puerta en la vida, una pérdida, una ruptura, vivimos un duelo. Pero se puede activar un nuevo inicio. Dios hace nuevas todas las cosas y es capaz de abrir caminos nuevos en nuestra vida. Eso explica Jesús, si me voy no os dejo huérfanos, sino que vendrá el Espíritu Santo y su fuerza sobre nosotros.
Jesús se va... pero no. No sé va, envía al Espíritu. Una nueva manera de estar con nosotros. Dios está para siempre con nosotros, tan presente como siempre. En los hermanos está y en ellos podemos reconocerlo y amarlo. Él se va, se queda en Espíritu, se queda Dios, como siempre y para siempre.
No estamos solos, tenemos en nosotros, en cada uno de nosotros, en la realidad de nuestra vida personal, el don, la presencia, la fuerza del Espíritu que nos ha sido dado para ser testigos de Jesús
«Si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito» Cuando venga nuestra vida será la acción continua de anunciar la Buena Nueva y no conformarnos en una vida mediocre. Por eso nos conviene que suba al Padre para que nuestra vida no sea un conformismo vacío sino una realidad viva.
El protagonista de la vida de un cristiano es el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el escultor anónimo, que silenciosamente labra la imagen de Jesús, en nuestras almas. Bendita Promesa que continuamente realiza Jesús. El Espíritu será quien nos acompañe en nuestro peregrinar por este mundo.
Tus miedos, tus proyectos, tus sueños y fracasos.
Suelta
La imagen, los agobios, los fantasmas y presiones.
Y confía
En Aquel que es tu descanso
En Aquel que no te juzga
En Aquel que te conoce
En Aquel que te sueña
En Aquel que te llama
En Aquel que te espera.
Suelta y confía.
(Óscar Cala, sj)
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