Quiero
"Jesús terminó de lavar los pies". A veces hace falta situarse a la altura de los pies para darse cuenta de todo lo que puedes ofrecer a los demás. Desde arriba, es más complicado...
El lavatorio de los pies establece un modelo de relación. Acaba la jerarquía y comienza la comunión. Un sistema interpersonal donde no cabe el amo y el esclavo, el que manda y quien obedece, el poderoso y el sumiso. Hasta el traidor es acogido. La novedad del servicio.
"El que recibe a quien yo envíe me recibe a mí; y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado" La hospitalidad y la acogida como señas de identidad de los que creemos en Él. Acoger al hermano, dejarle sitio... es acogerle a Él, dejarle sitio. Somos de puertas abiertas, de generosidad en la entrega, de dar sin medida lo que somos y tenemos.
El Señor se solía identificar con los más pequeños, frágiles y vulnerables; es decir, con las víctimas de todos los tiempos. Pero también le gusta identificarse con los discípulos, sus enviados, pues ellos llevarán su presencia y predicarán su evangelio y actuarán en su nombre.
Nuestro testimonio no es porque seamos mejores que los demás sino porque Él está con nosotros. De ahí que al mostrar su rostro estamos mostrando la misericordia de Dios que da a sus hijos amados. Conformarnos no es de cristianos.
De Él es la acogida, el compartir y el darse, abrir la puerta y dejar entrar, preparar el sitio y estar juntos, sabernos y sentirnos hermanos...
Somos enviados a anunciar palabras de vida, buenas noticias, que susciten experiencias de salvación. Nos envía Cristo lleno de confianza para que viendo la calidad de nuestro amor sea creíble que vamos en su nombre. No somos nosotros, ni salvadores, ni los protagonistas. Sólo somos pobres hombres y mujeres, que habiendo tenido un encuentro con Cristo, no podemos dejar de compartir lo que hemos visto y oído.
Cosas que quiero
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