¡Eres Madre!

 


"Ahí tienes a tu hijo… Ahí tienes a tu madre…"
(Jn19,25-34)

En la cruz Jesús entrega a su madre. En el discípulo amado estamos todos los discípulos amados de la historia. Y María como madre de ese discípulo amado que es la Iglesia. De su mano, y en su fe, crecemos como comunidad de creyentes.

"«Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio." Comenzamos el tiempo ordinario de la mano de María. Ella es la madre de la Iglesia. Es la compañera de Jesús en su educación, en su crecimiento, en su misión. Ella acompañó a Jesús desde el pesebre a la cruz. Y sigue siendo la que acompaña el nacimiento a la fe de muchos de sus hijos. La que está de pie al lado de cada una de las cruces que acompañan nuestras vidas.


"Ahí tienes a tu hijo… Ahí tienes a tu madre…"
¡Somos hijos de la Iglesia, somos hijos de María! Es la gracia la que ha hecho esto Dios ha estado grande con nosotros Somos criaturas nuevas Y la mejor forma de estrenar nuestra nueva condición es diciendo: ¡Mamá!

JUNTO A LA CRUZ DE JESÚS ESTABAN SU MADRE Y yo ¿me dejo acompañar y cuidar por la Madre? María, fuiste madre de Jesús. Y sigues siendo Madre, mi madre, Madre de la Iglesia, Madre de la gran familia humana. Sigues al pie de tantas cruces: maltratos, guerras… En tus manos ponemos hoy, madre, las dificultades de la Iglesia. ¡Tus ruegos nos cuidan, tus súplicas nos dan el Espíritu Santo, tu Corazón nos da vida! ¡Madre de la Iglesia, ruega por nosotros!

Madre de la Iglesia nacida del costado abierto de nuestro Buen Jesús, confirmada ayer por la Efusión del Espíritu. Presencia y realidad en el corazón de cada hombre, de cada creyente por las aguas vivas del Bautismo. ¡Que seamos rocío para este mundo en sequía, enfermo!

 


Oración a María Madre de la Iglesia

 
María, tus hijos llenos de gozo,
Te proclamamos por siempre bienaventurada
Tú aceptaste gozosa la invitación del Padre
para ser la Madre de su Hijo.
Con ello nos invitas a descubrir
la alegría del amor y la obediencia a Dios.
Tú que acompañaste hasta la cruz a tu Hijo,
danos fortaleza ante el dolor
y grandeza de corazón
para amar a quienes nos ofenden.
Tú al unirte a la oración de los discípulos,
esperando el Espíritu Santo,
te convertiste en modelo
de la Iglesia orante y misionera.
Desde tu asunción a los Cielos,
proteges los pasos de quienes peregrinan.
guíanos en la búsqueda
de la justicia, la paz y la fraternidad.
María gracias por tenerte como Madre. 
Amén.

 

 

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