El riesgo de la fe

 



"Ningún profeta es aceptado en su pueblo" 

(Lc 4,24-30)

Jesús llega a la sinagoga de Nazaret, su pueblo, todo el mundo le conoce, y declara ingenuamente: "hoy se ha cumplido la Palabra". “Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos”.

Cuando la cercanía se convierte en desconfianza, nadie es profeta en su tierra. Y cuando no hay forma de aprovecharse del profeta se procura eliminarlo. Pero el Señor se abrió paso entre ellos. Siempre se abre paso entre los que la cercanía no les permite reconocer su identidad.

"Pero él, pasando por en medio de ellos, siguió su camino". Camino de la cruz.

Dios sale a nuestro encuentro en lo cotidiano y en lo sencillo, para que le descubramos y reforcemos nuestra fe. Dios es alguien que, inesperadamente entra en nuestras vidas, rompe esquemas, destruye tranquilidades y coloca al hombre en el gran riesgo de la fe.

El profetismo es rechzado entre los más conocidos porque incomoda de manera especial. Son los más lejanos, los más escépticos quienes mejor lo acogen. El profeta se abre paso entre las realidades de este mundo para anunciar el Reino, y denunciar las injusticias

"Quien es pobre y necesitado, consigue dejarse tocar el corazón por las palabras evangélicas. Por el contrario, quien está lleno de su propio orgullo no tiene oídos para escuchar, ni mente para comprender, ni corazón para apasionarse" (Vincenzo Paglia)

Seamos “Iglesia en salida” de verdad. No sólo para hablar de Dios a los ya convencidos, sino también para encontrarnos con los alejados de la fe. Es una tarea difícil, desde luego. Pero necesaria y gratificante.

Señor, que sepa ir más allá de las apariencias que nos esconde el misterio.
No pases entre nosotros, Señor, sin hacernos sentir tu presencia, sin hacernos sentir contigo.
Que sepa darme cuenta de la fe inicial de tantos que van hacia ti, y descubrir tu presencia a través de sus comportamientos.
 
Señor, que podamos sentir la luz de tu presencia
en el corazón de la vida,
queremos hallarte en lo profundo
de lo cotidiano.
Estás tan cerca que es un error
salir en tu búsqueda, lejos.
Estás presente entre nosotros,
en cada uno, te revelas en todo lo
que nos pasa día a día.
Señor, ya has venido, ya estas viniendo.
Ahora solo nos falta ver.
Sabemos que te estás revelando siempre,
en cada sonrisa, en cada problema.
Ábrenos, Señor, el oído,
como una antena abierta,
para escuchar tu latido,
repetido en cada ser humano,
sobre todos en los más pobres 
 y oprimidos y sepamos encontrarte.

 


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