Ir al contenido principal

Un día de Jesús

 

"Se levantó de madrugada, 
cuando todavía era muy oscuro, 
se marchó a un lugar solitario 
y allí se puso a orar." 
 (Mc 1,29-39).

El evangelio según San Marcos, en el capítulo 1, nos regala la crónica de una jornada completa en la vida de Jesús. En ella se nos ofrecen muchos datos de interés: dónde estaba, qué lugares frecuentaba, con quién, dónde se alojaba, qué hacía, quienes le acompañaban, qué decía...

La jornada se Jesús se asienta en unos pilares fundamentales para la vida, la alegría y el bien. La compañía de sus amigos; la curación de una mujer enferma; la salud para enfermos y endemoniados; la soledad y la oración; y la misión del anuncio y la liberación.

Quiero ir contigo, Jesús, en silencio escuchar tu voz.
 Quiero ir contigo, Jesús, a anunciar 
a los que encuentre en el camino el Evangelio de la salvación. 

«Se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar» Podamos hacer muchas cosas, pero si no nacen de la oración sincera que nace de un corazón confiado y enamorado de Dios nunca llegaremos a mostrar su presencia en el mundo, ni podremos cambiar un mundo fragmentado. Necesitamos todos momentos de silencio, de calma, de experimentar la nostalgia de Dios. La pura acción y actividad no conlleva plenitud, sino cansancio y agotamiento. Lo que llena y planifica es la gratitud, la emoción, la compañía, la ilusión. Jesús no vivía de los resultados de su misión, ni del ingenio de sus discípulos. Vivía de su relación de amor con Dios.


Jesús se acerca a todos los excluidos, a todos mira con amor. Jesús nos sorprende siempre. Hoy le vemos salir de madrugada a lugares solitarios para orar, para estar a solas con el Padre y salir al encuentro de todos los enfermos que viven en las periferias, estén donde estén, para que puedan experimentar el amor misericordioso del Padre. Jesús nos busca para que podamos conocer su Palabra y fundamentalmente a Él. No espera que vayamos, sale a buscarnos, a anunciar algo nuevo, que cambie el mundo, que mueva los corazones de la gente, que cure a los que tienen dolor, a los que sufren. No se esconde. Anuncio y transformación, propuesta de cambio y curación. Es una propuesta para nosotros, salir de nuestra comodidad para anunciar, para predicar, para mostrarle.

 

Ser casa

Ser casa
es saber esperar,
en silencio,
hasta que alguien quiera llegar,
a su tiempo.
Es tener la mesa puesta,
es venir a cada tanto,
es ser lugar que acoge
para ofrecer un descanso.
Es sostener las búsquedas
acompañar cansancios
abrazar dolores
y ensayar algún canto.
Es estar disponible,
comprender enojos
abrir espacios
y saber reírse,
de uno y con otros.
Ser casa
es saberse necesitado
y entender que, al llegar visitas,
siempre es uno el hospedado.

(Matu Hardoy)


 

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

"Señor, enséñame a orar"

“Cuando oréis decid: “Padre”  (Lc 11,2).    Los discípulos fascinados por las palabras y gestos de Jesús se preguntan: ¿De dónde le nace tanta vida al Maestro? Por eso le piden que les muestre el manantial que lleva en el interior, que les enseñe a orar, que les revele “eso” que le lleva a entregar la vida, gratuitamente, por los caminos.   Acoge en silencio profundo la palabra más bella, más entrañable y más nueva que Jesús lleva en su corazón: ¡Abba!   ¿Cuántas veces has dejado de orar? Por dejadez, desánimo...hay mil causas. El Padre es bueno, te espera paciente y sabe que en el fondo de tu corazón anhelas estar cerca de Él. Dile confiado: "Señor, enséñame a orar" En este mundo a veces tan chato y funesto donde pareces no estar, Señor, enséñanos a orar.  Sí, enséñanos a orar, a tener claro y a recordar que somos tuyos y no nuestros. Orar es conectar con la raíz del ser; es entrar en la onda del Padre, sin...

SAN JOSÉ

Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)

Gracias, Señor.

El titulo de esta entrada me la ha do el Papa Francisco esta mañana en su tuit  @ Pontifex_es Termina un año y estamos a punto de comenzar uno nuevo. Se cierra un libro y empieza un nuevo libro con las paginas en blanco. Hoy es un buen momento para hacer balance del año, pedir perdón, dar gracias y pedir ayuda.  En el año que termina ha habido de todo, pero la certeza del amor de Dios ha estado conmigo todos los días. Su ternura la he sentido muchas veces, y muchas veces su mano me ha levantado. Gracias, Señor porque no termino el año sólo y el nuevo lo puedo empezar contigo. Por eso yo no le pido nada al 2015, yo se lo pido a Dios. En tus manos Señor pongo mi vida en este nuevo año 2015