La estrella
Adorar a Dios es reconocer, con respeto y sumisión absolutos, la “nada de la criatura”, que sólo existe por Dios.
Atraídos y guiados por la estrella, los Magos superan todas las dificultades para llegar a ver al Rey Mesías, porque saben que está sucediendo algo único en la historia de la humanidad y no quieren faltar a la cita. Los magos de Oriente vienen de lejos, siguen una estrella, entran en una cueva, se postran para adorar al niño. En el camino de su búsqueda hubo noche oscura y dificultades; también las hay en nuestro caminar, y pueden llevarnos a mirar hacia atrás. Los Magos siguieron adelante. El bien siempre sobrepasa a todo acecho de maldad. El amor siempre triunfa. El Dios Amor guía la historia.
Sigamos a la estrella que simboliza la luz de nuestra fe. Luz para todos los pueblos y toda la humanidad. Vamos a adorar al Niño y le llevamos lo mejor que guardamos en nuestro corazón.
"Vieron al niño con María, su madre' Resulta fascinante imaginar a aquellos magos de Oriente que, guiados por la débil luz de una estrella, llegan hasta Belén, y en su apasionante búsqueda del nuevo Rey, tienen ojos para descubrirlo a las afueras un pequeño pueblo de Judá, frágil, envuelto en la ternura de su madre.
Los magos le ofrecen a Jesús regalos. Oro simbolizando la sabiduría que viene de Dios. Incienso signo de la oración pura que sube a la presencia de Dios. Y mirra que significa la humanidad, limitada, caduca y efímera, que se rompe cuando no está Dios.
La Epifanía es una invitación a buscar a Dios con todo el corazón, a ofrecerle lo mejor de nosotros mismos. Y a dejarnos guiar por Su luz, incluso en la oscuridad.
La Epifanía, el día que celebramos a los Reyes Magos, significa “manifestación.” Es el día en que Cristo se revela al mundo. A los pastores humildes… y a los magos sabios. Un mensaje claro. Cristo es para todos, ricos o pobres, sabios o sencillos. Su historia no es solo un relato antiguo. Es una invitación. A buscar a Dios con todo el corazón, A ofrecerle lo mejor de nosotros mismos. Y a dejarnos guiar por Su luz, incluso en la oscuridad.
Tenemos que buscar nuestra estrella, hay momentos que nos dan luz para levantar la cabeza y ponernos en camino. Nuestra estrella puede ser una persona que nos ponga en camino, que nos haga sentir que algo nuevo va a pasar. Notaremos que se nos propone un camino. Notaremos que es una luz, que nuestra búsqueda de Él adquiere un sentido y se nos propone un camino. Eso les pasó a los Magos, vieron una luz y la siguieron.
Mientras miramos a los Magos que, con los ojos fijos en el cielo buscan la estrella, pidamos al Señor que seamos, los unos para los otros, luces que lleven al encuentro con Él.
Ya casi culminamos el tiempo de Navidad, con el Corazón Inmaculado de nuestra Madre, y la fe de los Reyes Magos, detengámonos ante el Niño de Belén, y ofrezcamosle nuestra vida.
Sigue la estrella
No te conformes
con sombras.
Busca la luz.
Si un fulgor despierta
en ti ansias de otra vida,
hambre de amor
o anhelo de justicia,
deja atrás las seguridades
y persigue la estrella.
Adonde quiera llevarte, vete.
Allí, en una cuna improbable
encontrarás respuestas.
Descubrirás a Dios
arropado por los excluidos
de todas las eras de la historia.
Verás al todopoderoso
con las manos vacías.
Oirás su corazón, latiendo
al ritmo de esta humanidad atribulada.
Escucharás el llanto
de todos los inocentes
que no tienen posada
en un mundo inhóspito.
Justo ahí, en ese punto,
está la encrucijada,
y tú tendrás que elegir:
adorarlo o ignorarlo.
Entregarle tus dones
o guardarlos para ti.
Compartir la intemperie
o secuestrar a Dios
para encerrarlo en jaula de oro.
Hacerte discípulo
o espectador.
La decisión es tuya.
(José María R. Olaizola, SJ)
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