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Ser luz

 


"¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, 
o para ponerlo en el candelero?" 
(Mc 4,21-25).

Jesús es la luz que ilumina en medio de la humanidad; se hace presente en los caminos; conecta con la esperanza escondida de todo ser humano. Tener luz es ser conscientes de ser amados por Dios. Esta certeza es la tarea misionera que anunciamos con la vida.


Jesús, eres fuente de vida y de luz para mi vida
y para la vida del mundo. 
Ilumina mis actitudes, mis sentimientos,
mis pensamientos con tu luz.
Quiero vivir como hijo de la luz.
Quiero escuchar y acoger la luz de los otros.


Hoy Jesús nos pregunta directamente si la luz que somos, la compartimos o la ocultamos. La falsa humildad es una pereza disimulada. Decir "no puedo", "no valgo", es un excusa para la inoperancia y la vagueza. Reconozcamos lo únicos y exclusivos que somos y que eso nos haga salir del ensimismamiento. Somos luz y sal. Hagamos que nuestras vidas iluminen las de los demás, pero nunca deslumbrando sino mostrando el camino.

La lámpara es para alumbrar y poner al descubierto lo que está oscurecido. La fe es la luz que enciende nuestra vida. No se debe esconder. Ilumina con las obras las sombras del mal. Invita a medir en justicia y amor. El que no obre así, se le quitará lo que tiene.


«La medida que uséis la usarán con vosotros»
Reconocemos al hermano como hijo de Dios siendo amables y cercanos unos con otros de tal forma que descubrimos que no nos damos nosotros sino lo que nos han dado lo damos y lo que amamos es porque se nos ama con mayor intensidad.

Si tuviéramos presente esta máxima, poseeríamos un importante criterio ético. Claro está, esto requiere empatía, esa virtud que se diluye en un mundo individualista. No obstante, muchas personas, de las que no cuentan, viven creando relaciones humanas: ellos son nuestra esperanza

La medida que uséis... Su propuesta es vivir el Evangelio, su respuesta es un amor hasta el extremo de dar la vida. Su medida nos deja completamente descolocados por lo generosa, por lo maravillosa que es. Nada de miedo a su juicio, es un juicio de misericordia.  A nuestro perdón responde con una misericordia infinita.

Luz del mundo

En medio de la tiniebla…

se enciende una risa
que despide el invierno
de penas y fríos.
Se prenden hogueras
que reavivan
los cuerpos entumecidos.
Una palabra tierna
rompe el silencio opresivo
y el diálogo brota al fin,
a borbotones.
Arde una lámpara
que vacía las sombras
de fantasmas y miedos.
Dos amigos sellan la paz
con un beso, y acaban
con años de rencor y heridas.
En una mesa bien provista
nadie queda fuera.

Somos risa y fuego,
palabra y lámpara,
beso y mesa,
luz del mundo, hermanos,
nacidos para iluminar la tierra.

(José María R. Olaizola, sj)


 

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