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El vino nuevo

 


"Haced lo que Él os diga".
 
 ( Jn 2,1-11).

Cada día se producen en nosotros pequeños milagros cotidianos. Ojalá sepamos apreciarlos. Al igual que Jesús convirtió el agua en vino... ¡deja que transforme tu corazón! ¡Confía!

El primer signo de Jesús es en un encuentro de amor. El signo de Jesús consiste en transformar aquello que genera necesidad, una situación que quita el sentido de la vida. Es transformar la preocupación en solución, proponer algo nuevo, dar vida.

Lo que toda Jesús cambia. Estamos llamados a ser nosotros también signos de Él en medio del mundo. En sus manos para que sea Él quien nos ayude a ser signo.

 


El Evangelio de hoy remarca que «faltó el vino y la madre de Jesús le dice: "No tienen vino"». Llamados a estar atentos a las necesidades de los demás como María y convertirnos en escanciadores del Vino Nuevo de Dios allí donde estemos.

"Haced lo que Él os diga". En estas palabras María nos deja su testamento más precioso: hacer lo que dice el Señor conlleva los mejores beneficios que una madre pueda desear para todos sus hijos.


«Haced lo que él os diga».
Es la sabiduría de María. La que vive atenta a las necesidades de los demás. Quien identifica el problema y busca solución. La que no permite que se acabe el vino de la alegría de la vida. La que sabe que solo Él llenará nuestras tinajas

 
 
 
Lo que Él os diga, haced lo que Él os diga
y el agua será vino, el llanto, risa
en bondad se tornarán las injusticias
y será la paz, el pan de cada día…
Lo mejor vendrá después.



"Has guardado el vino bueno hasta ahora."
¿Lo reconocéis? ¿Descubrimos que estamos viviendo el "prime" de nuestras vidas? El Evangelio de hoy centra nuestra atención en el "vino bueno", que otro te está sirviendo. Dios es permanente novedad, inédito, nunca se agota, ni nos lo terminamos. Si nuestra vida no alegra, no hace brindar, ni saboreo lo que ocurre, sino que sigo recorriendo los caminos de la rutina y del control. Lo que se nos invita es a pasar de una vida en la escasez a la sobreabundancia. Del charquito al manantial. Del cálculo a la exuberancia. Del ahorro a la entrega generosa.


Cuando en nuestra vida falta el vino de la alegría y del amor, el Señor nos dona su amor con sobreabundancia, trayendo a nuestras vidas el vino del Espíritu Santo, que es el vino de la alegría y de la esperanza.

 

 
«Caná»

Haced lo que él os diga
y convertiréis
el pozo gris en puerta de color,
el rescoldo en hoguera,
el balbuceo en canto,
la borrasca en fiesta.

Haced lo que él os diga,
o, mejor aún, lo que él haga.
No os conforméis
con el sí de los borregos,
el quizás de los vacilantes,
o el no de los descontentos.

Vuestro sí ha de ser pasión.
Vuestra duda, compromiso.
Vuestra negación, profecía.
Llenad con agua las tinas
que han de saciar la sed
de este mundo desquiciado.
Que se convierta en vino
de locura para los aburridos,
cordura para los exaltados,
seguridad para los afligidos,
vacilación para los arrogantes.

Brindaremos, al fin,
en la mesa de todos,
que el mismo Dios prepara
desde que encendió la luz
por vez primera.

@jmolaizola

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