Una oración

 

«Señor, enséñanos a orar».
 
(Lc 11,1-4).  

La petición que le hacen los discípulos a Jesús es de las importantes. Podemos pedir mucho, pero ninguna petición nos llenará más que pedirle que nos enseñe a orar. Les enseña a orar con una oración sencilla, pero profunda, completa y revolucionaria. Dios es Padre. Como siempre, el Señor les concedió mucho más de lo que le pedían: les enseñó un modo de vivir con el que pudieran relacionarse con Dios construyendo una fraternidad con todos sus hijos. Han pasado veintiún siglos y aún estamos buscando una fraternidad sin Dios. Orar es la clave. Para sentir la cercanía con el Padre y tener presentes a los hermanos en nuestra vida salvando el individualismo que nos lleva a olvidarnos del otro.

Él nos dejó el Padrenuestro. Una oración de profunda confianza en Dios, una relación de Padre/Madre. Gran novedad de Jesús, dirigirse a Dios y llamarle Padre y convertir la oración en conversación personal, en cercanía, en conocimiento mutuo, en amor.


El Padrenuestro es una oración sencilla, dicha con humildad, dicha con la confianza de sabernos queridos, amados por Él. Necesitamos pedirle pan, perdón y cuidado ante la tentación. Rezar con gran amor y atención.

"No nos dejes caer en la tentación". No dejes que el dolor nos sea indiferente. No dejes que la tristeza nos invada. No dejes de creer que nuestras vidas pueden ser dichosas y felices. No dejes que bajemos los brazos ante tantos retos que la vida nos pone. Reconozco que somos muy frágiles y que no está en nosotros la fuerza para sostenernos. Está en ti Señor. Por eso no dejes que nuestros miedos y nuestra mirada pequeña se adueñen de nosotros. Enséñanos a orar. A tener tu mirada sobre toda la realidad.


 

Señor, enséñanos a orar. 

Enséñanos a decir Padre nuestro 

Enséñanos a vivir como hermanos.

 
 
 
 
 
 
 
Padre, ayúdame sentir la alegría de ser tu hijo y a tratar a los demás como hermanos.
Nuestro, no dejes que me aísle en mi egoísmo.
Que estás en los cielos; tan cerca y tan lejos; te dejas tocar, pero no te dejas atrapar.
Santificado sea tu Nombre; y que yo te ame con todo el corazón, con toda el alma y con todas mis fuerzas.
Venga a nosotros tu Reino. Reina en mi vida y dame fuerza para trabajar para extender tu Reino de justicia, de verdad, de paz.
Hágase tu voluntad y dame confianza para acogerla como camino de vida para mí y para los hermanos.
Danos hoy nuestro pan, danos el pan tierno de tu amor en la Eucaristía. Danos un corazón generoso para compartir con los pobres y con los que sufren, con los que tienen hambre de pan y de esperanza.
Perdona nuestras ofensas y ayúdanos a comprendernos y a comprender, a perdonarnos y a perdonar.
No nos dejes caer en tentación; dame luz y fuerza para descubrir y vencer los engaños que me alejan de ti, de los hermanos, de mi propia felicidad.
Líbranos del mal y ayúdanos a vencerlo sólo a fuerza de bien.
Amén. Así sea, en mí y en todas tus criaturas. Amén.
 

 

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