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Iré

 

«Te seguiré adondequiera que vayas».
 
(Lc 9,57-62).

Tres personas se acercan a Jesús.Dos toman la iniciativa de seguirlo.Una sin condiciones, pero sin saber las condiciones. Otra anteponiendo a los de su casa. La tercera,es llamada,pero está atrapada en la indecisión,en el pasado.Hay Llamada,pero faltan respuestas

Jesús llama al seguirle. Y lo hace incluso cuando ponemos mil escusas o encontramos otros tantos obstáculos para comenzar a ser discípulos. Hay quien cree que ser cristiano es algo así como sentir los colores de un equipo de fútbol: puro sentimiento. No. Consiste en seguirle a Él. Seguirle es caminar con Él, dejar sitio a su voluntad, abrir el corazón y responder. Para el seguimiento no hay condiciones. El sí es total, nos afecta a todo, el tiempo se para, vamos a comenzar algo nuevo. Ni mirar hacia atrás, ni esperar, ni poner condiciones. Seguirle es caminar con Él, dejar sitio a su voluntad, abrir el corazón y responder. Seguirle es decirle sí y caminar, no mirar hacia atrás ni hacia adelante, solo mirarle a Él.
Seguir a Jesús es recibir cada día una invitación para mirar al frente, caminar con esperanza e ir tomando las riendas de tu propia vida.


Seguir a Jesús es caminar hacia Jerusalén.
Seguir a Jesús no es poner condiciones.
Seguir a Jesús no es pedir rebajas.
Seguir a Jesús no es pedir tiempo para pensarlo.
Seguir a Jesús es hacer de él el centro, la razón de nuestro ser.
Seguir a Jesús no es caminar luego lamentando lo difícil del camino.
Seguir a Jesús no es caminar cansado y fatigado, con ganas de volver atrás.
Seguir a Jesús es el “sí total de nuestra vida” de modo incondicional.

Interrogantes que nos ofrece el Evangelio: ¿Cómo sentimos y vivimos el que antes de ser, existamos en el corazón de Dios? ¿Cómo sentimos y vivimos el hecho de que sea Dios quien toma la iniciativa en nuestras vidas? ¿Cómo vivimos la experiencia de que somos “unos llamados” ¿Cómo vivimos nuestro seguimiento de Jesús? ¿Sin mirar atrás? ¿Sin nostalgias del pasado? ¿Poniéndole condiciones a nuestra fe? ¿O con la alegría de la fidelidad hasta el final?

Seguir a Jesús es algo serio, requiere prontitud, desprendimiento y harto ánimo para afrontar dificultades. Pero si escuchas en tu interior su invitación a caminar con Él, ten la certeza de que su presencia amorosa te rodea y envuelve tu vida delicadamente. 

Lo de seguir a Jesús tiene mucho de no tener en quién reclinar la cabeza… más que en Él (como el pobre de Asís!)


Hoy celebramos la vida de Francisco, el juglar de Dios. El que hizo de su vida un canto a la historia de Dios con él. Dios nos sigue a nosotros en todas las épocas de nuestra vida. Siguió a Francesco en su juventud, en sus delirios de grandeza, en sus correrías de joven. Le siguió en el fracaso, en la derrota, en la esclavitud, en la cárcel. Y le siguió en su renacimiento, su abrazar la cruz de san Damiano, su despertar a reconstruir la Iglesia, a su amistad con santa Clara. Jesús nos sigue y persigue hasta que le reconocemos.


Francisco de Asís vivió hasta el último detalle el seguimiento de Jesús. Renunció a su padre y a su familia. Desposándose con «la hermana pobreza» se sintió libre para anunciar el evangelio. Su renuncia iba acompañada de la alegría por cuanto el Señor nos ha concedido y por la belleza de la creación. Aprendamos a dar gracias a Dios por descubrirlo en nuestra vida, sentir su misericordia que nos lleva a vivir desde la humildad la grandeza de su presencia en el rostro del hermano. San Francisco no era un santo triste. El mundo hoy necesita nuevos locos como Francisco de Asís. Hombres y mujeres que cuidan de la casa común, humilde, sencilla y fraterna.

 

Contigo

Iré contigo,
sin tejer nidos
con ramas que se secan
y esconden el horizonte
con su redonda caricia,
sin los atajos de la prisa
que ignoran los paisajes,
atropellan los instantes,
ni besan ni respiran,
sin girar sobre mí mismo,
rueda atascada en la queja
de lodos viejos y podridos
sin sol y sin hermanos.

Iré contigo,
que oyes con corazón hospitalario
para sanar todos los lamentos,
que abrazas las últimas espaldas
para avanzar con todos y a tiempo,
que llegas en todo ahora
para estar partiendo siempre.


(Benjamín G. Buelta, sj)


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