A la mesa

 


“Dad limosna de lo de dentro, 
y lo tendréis limpio todo". 
(Lc 11,37-41).

"Un fariseo le rogó que fuese a comer con él. Él entró y se puso a la mesa". Cuanto amor hay en Jesús al aceptar la invitación del fariseo. En repetidas veces aparece en el Evangelio la confrontación y la hostilidad que tenían con Jesús.

Lo más normal hubiera sido poner excusas y no ir. Pero Jesús siempre está abierto al diálogo y a la acogida. No se cierra ni defiende. No tiene que defender nada. Ni su pensamiento ni su fe. Es más fuerte su deseo de que el otro se sienta amado, que su paz y tranquilidad. Ojalá aprendamos a no vivir cerrados en nuestras seguridades sino que creemos la cultura del encuentro.

«El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro?» Muchas veces vivimos en la fachada externa sin cuidar la vida interior. Y al abandonar nuestro corazón nos alejamos de los demás, no miramos a los ojos del hermano y caminamos con una buena fachada, pero sin nada que dar.

"Dad limosna de lo que hay dentro, y lo tendréis limpio todo" Ser generosos de lo que hay dentro: esa es la clave. Porque otras riquezas nos ensucian las manos y nos endurecen el corazón. Pese a presumir de sinceridad, actualmente sigue estando de moda cuidar lo exterior y descuidar el corazón. Pero Jesús mira el interior de cada persona.

 

 

El rito

No has dicho las palabras exactas.
No has hecho los gestos precisos.
No has mostrado suficiente reverencia.
No has utilizado ornamentos finos.
No has seleccionado música adecuada.
No tienes decencia, has matado el rito…


¿Y si te centraras, fariseo amargo,
en lo que se mueve
dentro de ti mismo?
Que de poco valen
las bellas proclamas,
los gestos exactos,
la expresión devota,
o el traje pulido
cuando por debajo
bulle la soberbia
y el amor no acampa.

Valora lo hermoso.
Respeta la palabra,
eco de la voz de Dios.
Viste como debas.
Cuida los gestos,
mas no los traiciones
volviéndolos juicio.

Deja a Dios ser Dios.
Vuélvete a tu hermano,
acoge su historia,
lava sus heridas,
reparte los dones
que Dios te ha otorgado
en mesa de todos.

Y entonces el rito
estará bien vivo.


(José María R. Olaizola, sj)


 

 

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