Recuerdos y memoria.
Jesús siempre acompaña todo lo que vivimos: muerte y vida, alegría y sufrimientos. Tenemos un Dios amigo de la vida, y la vida tiene muchas caras. No creemos en una salvación mágica, creemos en una relación que llena de amor y de cuidado todos los pasos que damos desde que nacemos hasta que resucitamos.
La fe nos aleja de la turbación. En la fe creemos en las promesas que Jesús nos hace. No nos sentimos solos ni dejados a nuestra suerte. No vamos solos, Él es el Camino. Ante nuestras dudas, nuestra seguridad es Él, es la Verdad. No hay miedo a nada, ni a la muerte, Él es la Vida. Por la fe descubrimos el Camino, la Verdad y la Vida. Con fe avanzamos al encuentro del Padre más allá del dolor y la muerte.
Confío en que no hemos sido creados para la muerte. Hemos sido traídos a la vida por amor, amor que perdura y hace eterna la vida. Confío en que volveremos a gozar de la presencia de los seres que hemos amado y ya no están en este mundo. La muerte es una puerta a la vida plena.
Día de recuerdos y memoria, de hacer presente, de contar, de mirar atrás y agradecer, de mirar el presente y echar de menos, de mirar al futuro y vivir con la esperanza de la resurrección.
Que los caminos al cielo estén llenos de flores y de luz que todas las almas bonitas que partieron reciban la paz y el descanso, con la fiel promesa de Dios de volver a encontrarnos.
Oremos por familiares, amigos, los que nos dejaron sin rumbo, pero con una huella que aún nos sigue acariciando. Y, tantos hermanos anónimos que mueren en mil batallas, defendiendo a gentes sin nombre o derramando el suave olor del Evangelio. ¡Tus hijos, Padre!
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