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Baja

 


"Zaqueo, 
date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede 
en tu casa". 
(Lc   19,1-10)

Zaqueo era rico. El tesoro de su vida eran sus riquezas. Un día las puertas de su casa se abrieron y entró Cristo. Ante su Amor todo ya le sobraba

Zaqueo trataba de ver a Jesús. Su puesto y la riqueza no le impiden acercarse. El gentío no le permite verlo porque era pequeño. Su creatividad y su interés harán que salte por encima de toda dificultad. Y entonces será Jesús quien lo vea y se quede con él.

En Zaqueo nos vemos todos y constatamos el amor de Jesús, que siempre llama a nuestra puerta, esperando un pequeño gesto, que Él desborda con amor abundante y salvación.


No vienes a nuestras vidas de visita, vienes a quedarte. Sabes mi nombre, mi historia, mis pecados. Pero nos miras y nos restauras. Eres la fuente de una alegría que nadie nos puede quitar. Es necesario encontrar a Cristo en nuestras vidas. Nos trae a la salvación, nos devuelve razones para vivir, nos regala una generosidad que intenta devolver todo el mal causado con una justicia reparativa. 

Habrá que bajarse del árbol del orgullo y la soberbia, del miedo y del qué dirán,  del apego a la posición y a los bienes,  y escuchar de nuevo con un corazón libre:  
HOY QUIERO ALOJARME EN TU CASA”

 

María no tuvo que subir para recibir a Jesús, al revés, descendió. Porque el encuentro con Jesús se hace en el anonadamiento.  María, la más pequeña de las criaturas, siempre buscando a Dios desde la fe. Libre de prejuicios, siempre invitándonos a abrir nuestra casa al Hijo para que nos salve desde sus cimientos.

"Date prisa y baja".  
No te escondas, no te infravalores, no te sientas pequeño...  
Te estoy llamando.  
¿No me ves?  
Quiero conocer tu casa, tu vida...  
Cree en ti y en quién eres...  
Yo te quiero así y así quiero amarte. 
 
Jesús, ven a mi corazón, siéntate a mi lado, desata mis egoísmos y avaricias. 
Que tu salvación me haga misericordioso y solidario.

 


 

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