Que vea
El ciego está en los márgenes de la vida. Comienza a gritar cuando sabe que pasa Jesús una oración: ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mi! Repetirla para que llegue a lo más profundo de nuestro ser. Y después pedir recobrar la vista para ver cómo Dios ve.
Su compasión es la que puede cambiar nuestra vida para siempre. Se compromete con nuestra historia, con lo que somos y hacemos. El ciego necesita ver, se lo pide. Nosotros, ¿qué necesitamos?
" Qué puedo hacer por ti?", Nos pregunta Jesús. Si le pedimos luz, recibiremos el impulso y la fuerza para seguir sus huellas y ser portadores de esperanza. "SEÑOR, QUE VEA Y TE RECONOZCA"
"¿Qué quieres que haga por ti? Él dijo: Señor, que recobre la vista. Jesús le dijo: Recobra la vista, tu fe te ha salvado." Esa es la pregunta diaria que Jesús nos hace. ¿Hasta dónde dejamos que Dios actúe en nuestras vidas? Podemos pedir cambios superficiales o podemos pedir que nos renueve del todo. Que nos regale ver la realidad, a las personas, las circunstancias, a nosotros mismos con su misma mirada. La fe lo ilumina todo con una nueva luz.
La fe viene de Dios y con ella se descubre la presencia del Señor en los acontecimientos de cada día.
Habrá, pues, que estar vigilantes para que, cuando pase Jesús, nos percatemos de ello.
En numerosas ocasiones vamos ciegos por la vida y no somos capaces de descubrir la presencia del Señor en nuestra vida diaria.
Pidámosle al Señor que recobremos la vista para poder descubrir la belleza de la vida con sus sinsabores y con sus gozos, pero siempre desde la mirada amorosa de Dios.
El grito del ciego, su oración, fue escuchada, no nos cansemos de rezar, de gritar.
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