Nos equivocamos
Que la religión sea liberadora o fuente de esclavitud depende tanto de cómo se viva. Que Dios sea una presencia que potencia lo humano, lo valora, lo cuida, lo ayuda a vivir en esplendor. O que sea el que reprime, prohíbe, y hace temblar de miedo a lo humano depende de cómo nos lo hayan transmitido. Por eso necesitamos purificar nuestra vivencia de la fe y expulsar todo aquello que no es amor y acogida.
Jesús hace del templo el lugar de su enseñanza. Habla abiertamente de la voluntad del Padre y del auténtico culto. Acoge la Palabra de Jesús. Ora al Padre en espíritu y en verdad allí donde te encuentres, a lo largo de tu jornada de trabajo.
El templo es el lugar de encuentro con Dios. Un espacio de oración, de intimidad. Una llamada a poner la relación con Dios en el centro. Una advertencia para no comercializar ni negociar con la fe de los creyentes. Una oportunidad para escuchar la Palabra de Dios. Estamos llamados a orar en espíritu y en verdad, buscando siempre la voluntad del Padre.
"Mi casa será casa de oración". No se trata de 4
paredes, se trata de una actitud y forma de vida que quiere acogerte. Hagamos
juntos que está Iglesia sea algo más que 4 paredes hagamos que sea fraternidad,
celebración, oración...
"Todo el pueblo estaba pendiente de Él" Ahora no deja indiferente pero no sabemos cómo hacer que los que escuchan el Evangelio estén pendientes de Él, le busquen y se enamoren. ¿Qué hacer? Anunciar con la vida. Valorar su Palabra y no tanto la nuestra.
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