Despierto

 


“Así será también en los días del Hijo del hombre”
 
(Lc 17,26-37)
Lo que pasó ayer, puede servir de espejo para lo que pasa hoy. Jesús se refirió al arca de Noé y otras historias para indicar el descuido espiritual de los religiosos de su tiempo.
¿Para qué les servía saber tanto acerca del arca, el diluvio o Sodoma si eso no afectaba su manera de vivir, convivir y esperar?
 
 
Los creyentes debemos vivir en continua conversión, abiertos al Evangelio, aunque no parezca que la venida del señor esté próxima. Ten cuidado de que tus preocupaciones cotidianas no sustituyan tu espera activa y personal del regreso de Jesús.  
 
Mantén mi corazón despierto. 
Que no se apague el candil de mi fe. 
Que mi puerta esté siempre abierta, y mis manos solidarias. 


"El que pretenda guardar su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará."
Son palabras sencillas pero cargadas de profundidad. Darse o ahorrarse. Guardar o compartir. Rendir talentos o enterrarlos. Pensar en uno mismo o pensar en los demás. Ese es el centro del mensaje de Cristo. El resultado es una vida plena que hace crecer a los demás o una vida centrada en sí mismo que nos esteriliza y nos deja solos. Cada uno elige.

Perder la vida en el servicio a los demás es encontrarla. Perder la vida dando vueltas permanentemente en torno a uno mismo es malgastarla. La vida se pierde cuando en el centro está nuestro yo.  Lo importante es comer, beber, comprar, construir…tener. Igualar ser a tener.  La vida se gana cuando en el centro están Dios y los demás.  Lo importante es la entrega, compartir, el nosotros. Ser es servir.


Esperamos grandes cosas, un momento señalado y lleno de llamadas de atención, y lo que sucede es un encuentro inesperado en la sencillez y la humildad del día a día que sólo necesita nuestra disposición para percibirlo, gozarlo y agradecerlo.


Jesús viene cada día, en la Eucaristía, en la Palabra, en cada Hermano. ACTIVEMOS LA LUZ DE LA FE Y RECONOZCAMOS SU PRESENCIA REAL Y CERCANA.

 

Despabílame

Despabílame, Señor:
cuando me adormezca la rutina.
Desordéname:
cuando todo esté ordenado.
Sírveme y lávame
cuando me engolosine de autosuficiencia.
Lléname de pobres y de rostros
cuando crea que la apariencia me enriquezca.
Sedúceme:
cuando amores de vidriera intenten conquistarme.
Conquístame:
cuando todo se pierda.
Incomódame:
cuando las comodidades ganen.
Gáname:
cuando me pierda en mis fracasos.
Dame tu Vida,
cuando la muerte de cada día
quiera matarme.
Encuéntrame hoy y siempre:
más aún cuando me canse de buscarte.


(Malvi Baldellou)


 

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