¡REVISTÁMONOS DE JESUCRISTO!
En el Evangelio de hoy, escuchamos una promesa que nos introduce en el Tiempo de Adviento: «Vuestro Señor vendrá». Este es el fundamento de nuestra esperanza, es lo que nos sostiene incluso en los momentos más difíciles: Dios viene. ¡No nos olvidemos nunca!
Llega el Adviento muchas veces vivido entre el sufrimiento y la esperanza, como entre Nazaret y Belén que hay una senda por la que van los que creen en las promesas... ¡Ven, Señor Jesús!
Comenzamos el adviento. Dos grandes actitudes, la vigilancia, no estar dormidos en un mundo que nos tiene obnubilados por tantas cosas que nos hacen perdernos la verdadera realidad del hermano; y estar 'preparados' para algo que nos cambie la vida.
Encendemos la primera vela. Una llamada a estar alerta, a cambiar nuestras actitudes negativas. Un Tiempo para no ser agoreros, y sí alegres y activos. Comienza el Adviento, nuestro camino a la Navidad.
"Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor." En este primer domingo de Adviento se nos pide prepararnos, disponernos, estar atentos. Noé es el símbolo de quien se prepara y se dispone, mientras todos están ocupados en beber y comer. Que los afanes y los disfrutes de este mundo no nos despisten.
Cuando pensamos que todo está bien y estable la vida nos suele dar un aviso. En forma de noticia sorprendente, por motivos de salud, económicos, pérdidas de personas, sorpresas en general. Y la vida se bloquea. Todo lo que era bienestar se convierte en un pozo oscuro. Vivir acompañados, confiados en el Dios de la vida nos da una paz que nadie nos puede quitar.
En este tiempo de Adviento, pidamos al Señor que nos ayude a mantener encendida en nuestra vida la lámpara de la fe y a estar preparados para recibir su visita, que nos llena de paz y alegría.
¡María prepara
en nuestras almas
el Pesebre para Jesús!
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