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Ven y verás




“VEN Y VERÁS” 
(Jn 1,46)

O lo que es lo mismo:
Invitación.
Libertad.
Seducción.
Reto.
Misterio.
Confianza.

El seguimiento de Cristo, más que un conocimiento teórico, es, ante todo, la experiencia de un encuentro, una relación que nos renueva y nos transforma de día en día.

Hoy Dios nos pide que nos dejemos mirar.
No rehuyas su mirada, confía en Él, deja de vacilar y de dudar y ama, ama a corazón abierto.  Si te has atrevido a mirarle, si no has rechazado su mirada, si dejas correr la fuente del amor dentro de ti, empezarás a vivir de otro modo, habrás pasado de la muerte a la vida.

Estarás en paz, serás Testigo de otro mundo, el del AMOR.

Enciende hoy en nosotros, Madre, la ilusión de todos los niños en esta noche, para que cada día podamos proclamar como regalo:
Jesús, 'Tú eres el Hijo de Dios, el Rey de Israel'.

¿Cuál será la huella
que me lleve hasta tu encuentro?
No quiero vivir errante y vacío
quedándome sólo en tus huellas.

¿Se llamará salud, o enfermedad?
¿Se presentará con el rostro del éxito
o con el cansancio golpeado del fracaso?
¿Será seca como el desierto
o rebosante de vida como el oasis?
¿Brillará con la transparencia del místico
o se apagará en el despojo del oprimido?
¿Caerá sobre mí como golpe de látigo
o se acercará como caricia de ternura?
¿Brotará en comunión con un pueblo festivo
o en mi indecible soledad original?
¿Será la historia brillante de los libros
o el revés oprimido de la trama?

No importa cuál sea el camino
que me conduzca hasta tu encuentro.
No quiero apoderarme de tus huellas
cuando son reflejo fascinante de tu gloria,
ni quiero evadirlas fugitivo
cuando son golpe y angustia.

No importa lo que tarde en abrirse
el misterio que te esconde,
y toda huella tuya me anuncia.
Todo mi viaje llega
al silencio y a la espera
de mi “no saber” más hondo.
Pero “yo sé” que ya estoy en ti
cuando aguardo ante tu puerta.

Benjamín González Buelta.

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