“Hoy”



EL ESPÍRITU DEL SEÑOR... 
ME HA ENVIADO... 
PARA DAR LIBERTAD 
A LOS OPRIMIDOS” 
(Lc 4,18)  

La pasión por la libertad está en las entrañas del Espíritu.
En Jesús la libertad se expresa en una tarea apasionada y desconocida.
Para los seguidores de Jesús la causa de la libertad, la nuestra y la de todos los oprimidos de la humanidad es un desafío.
Sólo es dueño de su vida quien se encuentra en grado de entregarse por amor.  
Señor Jesús, hazme respirar el aire fresco de tu Espíritu

Vuelve a tu "Galilea" lleno del Espíritu de Dios.
Vuelve a tu vida cotidiana, tus ocupaciones, trabajo, familia...
Imprégnalo todo de una luz nueva.
Eres portador de la esperanza, de un amor que salva.
Llévalo a todo el que se encuentre contigo.

"Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír".
Jesús es la respuesta de Dios a tantas preguntas, el final de tantos caminos, la realización de tantos sueños. Jesús es el "hoy", el "ya", el "si" pleno de Dios.
No hay que seguir esperando.
Aquí está, por fin, el libertador
¡Qué Buena Noticia! 

Ahora falta nuestra parte.
Lo que nosotros hemos de hacer para convertirnos en el nuevo pueblo de Dios.
Tres pasos:

-Sentir la llamada de la Palabra y ponernos en camino.
Estamos en búsqueda, hay que dejar nuestras comodidades y salir a campo abierto, a que sol de la Palabra nos ilumine por dentro.


-Alguien tiene que ir acercando la Palabra a cada corazón como un cántaro de agua fresca a tantos labios sedientos ¿te atreverás tú a ser misionero de esta Buena Noticia?

- Y por último, acoger la Palabra.
Es decir: dejarse querer, dejarse invadir, dejarse llevar.
Decir nuestro "Amén" pleno.

“Hoy se cumple esta Escritura”.
Jesús es el “hoy” de Dios.
Como Dios es el “hoy” de Jesús.
Hoy es “hoy” de Dios en nosotros:
Hoy es que Dios nos ama.
Hoy es que Dios nos llama.
Hoy es que Dios quiere habitar en nosotros.
Hoy es que Dios quiere hablarnos.
Hoy es que Dios quiere cambiarnos.
Hoy es que Dios quiere renovarnos.
Hoy es que Dios quiere perdonarnos.
Hoy es que Dios quiere mirarnos con cariño.
Hoy es que Dios quiere que sintamos la alegría de ser amados.
Hoy es que Dios quiere vernos felices.
Hoy es que Dios quiere contar con nosotros.
Hoy es que Dios quiere nuestra respuesta.
Hoy es que Dios quiere nuestra fidelidad.
Hoy es que Dios quiere nuestra santidad.
Hoy es que Dios quiere nuestro compromiso.
Hoy debe ser nuestro “hoy” a Dios.
Nosotros tenemos la manía de “mañana”, “vuelva mañana”.
Nosotros tenemos la manía de “hoy” no tengo tiempo.
Y sin embargo:
“Hoy” tenemos que escuchar a Dios.
“Hoy” es el día para decir “sí” a Dios.
“Hoy” es el día para abrir nuestro corazón a la llamada de Dios.
“Hoy” es el día para decirle sí al Jesús del Evangelio.
“Hoy” es el día para tomar decisiones evangélicas en nuestras vidas.
“Hoy” es el día para cambiar y no para prometer que cambiaremos mañana.
“Hoy” es el día para tomar decisiones, aunque duelan, no dejarlas para después.
“Hoy” es el día para dejarnos de mediocridades y tomar nuestra fe en serio.
“Hoy” es el día para ponernos al “día de Dios” en la historia.
“Hoy” es el día para solidarizarnos con los hermanos necesitados.
“Hoy” es el día para tener tiempo para los demás.
“Hoy” es el día para escuchar a los que nadie escucha.
“Hoy” es el día para definir nuestras vidas.
El creyente es “hoy”.
El creyente es “hoy” para poder ser mañana.
Dios nos espera.
Pero nuestros hermanos que sufren no pueden esperar.
“Hoy” se cumple el Evangelio en nosotros.

Por medio de la Palabra, los Sacramentos y la Caridad, hoy la Iglesia sigue anunciando el Evangelio, proclamando el "Año" de gracia del Señor a los pobres, a los cautivos, a los oprimidos...

Acompañados por María volvamos al Nazaret de nuestra vida, al primer amor, Galilea del Resucitado, donde empezó el libro de nuestra historia de salvación, para allí ser ungidos con la fuerza del Espíritu.            
María ha visto como lo anunciado por los profetas se ha cumplido; por eso no deja de anunciarnos que, hasta la última coma de las Escrituras, se cumplirá.



Habla el espíritu, y dice: ‘ahora’.
Señala a Dios
encarnado en caminante
de pasos incansables,
ávido de vida, de paz y de justicia.

Habla el espíritu y acalla el ruido.
Apunta al ciego y susurra: ‘un día verás’.
Señala al preso y promete: ‘serás libre’.
Acuna al herido y calma su dolor.

Habla el espíritu, con estruendo o bajito,
en palabras y gestos, en destellos divinos
y el que lo escucha se sabe enviado;
se siente elegido, se comprende hijo.
Habla el espíritu, y nos dice: ‘ahora’.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj



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