Me alivian y me sanan
“Como había curado a muchos,
todos los que sufrían de
algo
se le echaban encima para tocarlo”
(Mc 3,7-12)
No había trampa ni cartón.
No eran trucos ni engaños.
Tampoco superpoderes.
Curaba cuerpos, corazones y mentes.
Para los últimos.
Sin dinero, fama o poder a cambio.
Milagros llenos de amor y reparación.
Acciones de Dios por la Justicia.
Un nuevo reino de esperanza
"Tú eres el Hijo de Dios" el que sana alma y
corazón.
Tú nos invitas continuamente a buscarte en Galilea.
Jesucristo tiene poder sobre nuestros pecados, y también
sobre nuestros miedos, angustias y sufrimientos.
Y nosotros hoy podemos tocarlo con la fe, en la Palabra y
en los Sacramentos, en cada persona y en cada acontecimiento.
La bondad, el cariño, la misericordia, la liberación y el
perdón son la marca personal y el imán de Jesús.
También debieran serlo de sus seguidores.
María, Madre de la Paz
¡Siémbrala en nuestros caminos!
¡Te necesitamos para alcanzarla!
Que Ella interceda para que alcancemos la paz en el mundo
y en nuestros corazones.
"¡Santa María de Paz y Bien, ven con nosotros al
caminar, y haz que seamos gente de paz luchando contra el mal sólo con el
bien!".
Gracias por tu silencio
Gracias, Señor, por tu silencio.
Se abre delante de nosotros
como un respeto cálido,
donde podemos ensayar
nuestras palabras de aprendices,
alentados por tu mirada
que nos contempla con cariño.
En tu silencio nos decimos,
originales y nuestros,
nos escribimos en tu acogida
de página en blanco.
Trazamos nuestra ruta
en tu hoja azul
de mar en calma
y días luminosos,
o en tu calcinada superficie
de arena y desierto,
perdidos en la historia
sin huellas por delante.
(Benjamín G. Buelta, sj)
Se abre delante de nosotros
como un respeto cálido,
donde podemos ensayar
nuestras palabras de aprendices,
alentados por tu mirada
que nos contempla con cariño.
En tu silencio nos decimos,
originales y nuestros,
nos escribimos en tu acogida
de página en blanco.
Trazamos nuestra ruta
en tu hoja azul
de mar en calma
y días luminosos,
o en tu calcinada superficie
de arena y desierto,
perdidos en la historia
sin huellas por delante.
(Benjamín G. Buelta, sj)
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