Buscaban a Dios


“Venimos a adorar al Rey”.
(Mt 2, 1-12).

BUSCADORES DE DIOS
Érase una vez unos personajes que buscaban a Dios.
Buscaban entender la realidad; más aún, encontrar a Dios mismo en la realidad.
Dejando sus comodidades y sus prejuicios, se pusieron en camino, aunque a veces no sabían bien por dónde ir.

Pero si ellos estaban empeñados en buscar a Dios, mucho más lo estaba éste en dejarse encontrar por ellos.
Por lo que les puso una luz en su corazón para que no recorrieran el camino totalmente a ciegas.

Y así es como nuestros buscadores, creyendo que habían encontrado a Dios, no se dieron cuenta de que fueron ellos los encontrados por Él.

Sigamos a la estrella que simboliza la luz de nuestra fe.
Luz para todos los pueblos y todos los hombres.
Vayamos a adorar al Niño.
Llevémosle lo mejor que guardemos en nuestro corazón.

Como los Magos de Oriente, reconocemos en Jesús al Salvador del mundo, a Dios hecho niño.
Y reconocemos en cada niño y en cada hombre con corazón de niño, al mismo Dios que hace morada en nosotros.
Y nos llenamos de alegría, de emoción, de ilusiones.
Y nos hacemos regalos

Jesús es el regalo que esperan niños y adultos.
La Epifanía presenta a los discípulos de Jesús como la manifestación de su Señor.
Ellos manifiestan su veracidad mediante la transformación de sus personas.
De ese modo, sus gestos son aceptados y sus palabras escuchadas.

La Navidad nos da una luz nueva para mirar la vida.
Salgamos de nuestras seguridades y pongámonos en camino para ir al encuentro de Dios, y al encuentro del otro.
Dios está en todo y en todos.

«La luz de Dios no va a aquellos que brillan con luz propia.
Dios se propone, no se impone; ilumina, pero no deslumbra.
Es siempre grande la tentación de confundir la luz de Dios con las luces del mundo.» 
(Francisco, Homilía de la Epifanía del Señor, 6 de enero de 2019)

No temas a quien no quiere que busques el camino que te inspira el corazón.
La Estrella que guió a los Magos al encuentro con la humilde verdad de un Niño, te abre la mente y la decisión para desarrollar la búsqueda de tu alma.
Escucha.
Contempla.
Sal.
Camina.
Y vive lo nuevo.

¡María estrella que nos lleva siempre a Jesús!
Hoy queremos adorarlo ofreciéndole el oro de nuestro bautismo, reyes; el incienso, hijos de Dios, sacerdocio real; y la mirra de nuestra humanidad ofrecida en el servicio a los hermanos, al Verbo Encarnado, Evangelio.

Señor, has puesto en nuestro corazón el deseo de ser felices,
la esperanza de disfrutar cada día un amor más grande,
el sueño de vivir en un mundo nuevo, en el que reine la paz.
Sólo Tú, Señor, puedes darnos esa felicidad, ese amor y esa paz.
Somos la obra de tus manos, Señor. 
Nos hiciste para Ti
y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en Ti.

Para encontrarte, hay que dejar comodidades, rutinas y egoísmos
y ponernos en camino, como los magos de Oriente;
hay que estar atentos para descubrir las estrellas
que brillan en nuestro corazón y nuestro mundo;
hay que tener unos ojos limpios, para reconocerte en un bebé,
en cada persona, en cada acontecimiento, en el pan que comulgamos.

Danos un corazón agradecido y generoso que sepa adorarte,
que sepa reconocer tu grandeza en el niño más pequeño y pobre
y ofrecerte con amor lo que sabemos, lo que tenemos, lo que somos.



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