“No tengáis miedo” (Mt 10,28).



“No tengáis miedo”
(Mt 10,28).

¿Cómo alumbrar un mundo nuevo?
Las cosas bellas empiezan a nacer en un corazón que ha expulsado el miedo.
Expón a Jesús los miedos que te tienen atrapado y no te dejan volar en libertad.

Confío y nada temo, porque Tú vas conmigo.  


"Hasta los cabellos de la cabeza 
tenéis contados. 
Por eso, no tengáis miedo".

Saber que te importo, que me cuidas, que me conoces, que me mimas.
Enséñame, Señor, a confiar...

Confía.
Mantén una mirada positiva, abierta a lo nuevo, desprovista de miedos y prejuicios.
El mayor bien, que es la vida misma, se te ha dado gratis.
No tienes por qué temer.
Haz que cada día sea un nuevo comienzo.
Dios tiene sus caminos.
Confía.

No tengáis miedo, nos dice Jesús.
No temáis, porque sois hijos amados del Padre Dios.
Él todo lo sondea y lo conoce.
No va a dejar que se pierda ninguno de sus pequeños.
Llena el corazón de confianza.
Estamos en las mejores manos.

Puede que un día, el fichero de mis amistades esté vacío, lleno de tachaduras o sin nombres dignos de confianza.
Puede que un día, todos los teléfonos de mi agenda se encuentren comunicando y nadie responda a mis llamadas.
Puede que se hayan borrado las memorias en los bancos de datos, donde se escribieron las promesas en las que un día confié.
Puede que mi propia calculadora personal deje de funcionar y no encuentre un técnico del amor y la alegría capaz de arreglar sus entresijos...
Puede que todo esté negro y oscuro, y que yo ande a la deriva, con la inseguridad a flor de piel, nadando en la incertidumbre y sin recuerdos de Tí.
Pero si entonces, o ahora, o cualquier día, olvido tu número de teléfono y te necesito,
estoy seguro que, aún sin marcar las cifras, sonará tu respuesta, Señor, porque TÚ ERES FIEL.

-----------------------

Gracias por poner luz en ese ángulo siempre oscuro
de mi mirada y de mi amor.
por la invitación, ¡siempre extraña!, a que en mi vida entren todos,
los buenos y los que todavía no saben que lo son.

Con el paso del tiempo voy aprendiendo que el verdadero amor,
a menudo, es un sendero donde el camino se corta.
Pero hoy, es por ahí, por donde quiero buscarte,
y hacerlo sin miedo a que después de intentarlo
tenga que darme la vuelta y ver que, de nuevo,
pudo en mí más el miedo al otro que la confianza en Ti.

¡Arráncame ese miedo, Señor!
Esconde mi cabeza en tu regazo
hasta aprender a amar con tus entrañas.
Clávame en esa cruz de perdón y de vida
en la que, hasta el ladrón, puede encontrar su paraíso.


Severino Lázaro, sj


Comentarios

Entradas populares de este blog

"Señor, enséñame a orar"

Colaborar con el Señor

Gracias, Señor.