La novedad del Evangelio
“El vino nuevo
se echa en odres nuevos”
(Mt 9,17)
¿Cómo es la humanidad nueva que quiere hacer brotar el
Espíritu?
¿Cómo son la mujer y el hombre nuevos que el Espíritu
está empeñado en recrear?
Atrévete a soñar un mundo nuevo a tu alrededor.
Empieza con la ayuda del Espíritu.
Nunca cambian tanto las cosas como cuando cambia uno
mismo.
Tú, Señor, siempre eres nuevo.
Haz que mi vida también
sea nueva.
A los fariseos les preocupan «las leyes», no la Ley.
Si lo Pensamos
bien a nosotros nos sucede algo parecido.
Nos cuestan los cambios y sobre todo nos cuesta poner
nuestra confianza en Dios.
Siempre aparece algún teólogo fariseo que se escandaliza
y nos llama a mantener estructuras que no convencen a nadie pero que nos dan
seguridad.
El Evangelio es un buen pedagogo que nos lleva a la Ley
de Cristo.
No más rigidez, normas frías ni apariencias.
No más rigidez, normas frías ni apariencias.
Sí a la ternura y
la misericordia.
El hombre vale
más que la ley.
El Amor es la
norma suprema.
Que todos puedan
comer y nadie muera de sed.
Que tengan un
techo que les cobije y un lecho donde dormir.
Que nadie mire
con odio.
Ese ayuno.
Cuando nos
hacemos mayores nos cuesta más aceptar lo nuevo.
Jesús nos dice
que nos hagamos pequeños, como niños que despiertan a la vida con asombro
constante, abiertos y esponjados para poder acoger la novedad del reino.
"Vino nuevo en odres nuevos".
A tiempos nuevos,
modos nuevos.
Renovarse o
morir.
En la vida, el
trabajo, la fe, la educación, la Iglesia...
Renovarse o
morir.
Danos un corazón
nuevo que nos desinstale cada día de la monotonía y lo viejo.
- Señor, lléname de tu amor y de tu gracia.
El Reino que llega con Jesús no puede ser acogido con una
simple reforma, sino que requiere un cambio y una renovación radicales.
Lo nuevo que llega con Jesús siempre tiene que ver con el
Amor que ensancha la vida.
Espíritu Santo, limpia mi odre viejo para ofrecer el
gozo de tu Presencia a los hermanos.
Señor: Gracias porque me enamoras.
Señor: Gracias porque me invitas a la vivir de la fiesta.
Señor: Gracias porque cada domingo nos reunimos a la fiesta de tu Pascua.
Señor: Gracias porque en vez de un estómago vacío prefieres un corazón lleno de alegría.
Señor: Gracias porque me invitas a la vivir de la fiesta.
Señor: Gracias porque cada domingo nos reunimos a la fiesta de tu Pascua.
Señor: Gracias porque en vez de un estómago vacío prefieres un corazón lleno de alegría.
Señor, decimos que nos gustan las novedades, pero nos gusta pensar, decir y hacer siempre lo mismo.
Nos cuesta dejar nuestras rutinas y prejuicios.
Nos cuesta cambiar nuestra forma de vernos, de verte,
de ver el mundo.
Nos cuesta aceptar la novedad, sobre todo si esa novedad exige un cambio por nuestra parte.
Nos cuesta aceptar la novedad del Evangelio, la novedad de tu Palabra, la novedad de tu vida.
Haznos odres nuevos, para acoger el vino nuevo de tu amor y tu perdón sin merecerlo, porque a nosotros nos cuesta amar y perdonar a quien no lo merece.
Haznos odres nuevos, para dejarnos encontrar por ti, porque a veces creemos que, cuando te buscamos, tú juegas al escondite con nosotros.
Haznos odres nuevos, para seguir el camino que nos señalas, porque no estamos convencidos de que tú nos conduces a la felicidad y a la libertad más grandes.
Haznos odres nuevos, Señor.
Nos cuesta aceptar la novedad, sobre todo si esa novedad exige un cambio por nuestra parte.
Nos cuesta aceptar la novedad del Evangelio, la novedad de tu Palabra, la novedad de tu vida.
Haznos odres nuevos, para acoger el vino nuevo de tu amor y tu perdón sin merecerlo, porque a nosotros nos cuesta amar y perdonar a quien no lo merece.
Haznos odres nuevos, para dejarnos encontrar por ti, porque a veces creemos que, cuando te buscamos, tú juegas al escondite con nosotros.
Haznos odres nuevos, para seguir el camino que nos señalas, porque no estamos convencidos de que tú nos conduces a la felicidad y a la libertad más grandes.
Haznos odres nuevos, Señor.
Amén.
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