Tú solo... sígueme
“¿Cómo es que
vuestro maestro
come con publicanos y pecadores?”
(Mt 9,11)
"Vio
Jesús a Mateo y le dijo: Sígueme".
Sígueme.
No te preocupes.
Conozco tu debilidad.
Tú solo… sígueme.
Yo haré el resto.
Quiero imaginar
que Mateo no se sentía muy feliz.
No le faltaba
dinero y seguramente tampoco amigos que aparentaban lealtad pero que en el
fondo le juzgaban como traidor a su pueblo.
Jesús le mira a
los ojos y contacta con esta «vocecita» que nos recuerda que hemos errado el
camino.
Que tú también
te dejes mirar por Él.
Allí donde estés.
En el desafío
del amor Dios puede sorprenderte
No juzga,
simplemente le ofrece una nueva oportunidad.
Los fariseos no
podían tolerarlo.
- Señor, que no me crea mejor que los demás.
Es extraño que
Jesús se acerque y se haga amigo de los pecadores.
Extrañó entonces
y extraña ahora.
Contempla a tu
comunidad cristiana.
Descubre en ella
una casa de comunión para todos los excluidos.
Sentado con mis hermanos para compartir el pan, te
alabaré, Señor.
Danos Señor hambre y sed de tu palabra que alumbra
nuestro camino y alimenta nuestro espíritu.
"Tu palabra me da vida, confío en Ti Señor;
tu
palabra es eterna, en ella esperaré."
Te doy gracias, Jesús, por tu misericordia.
Porque nos amas, tú el pobre.
Porque nos sanas, tú herido de amor.
Porque nos iluminas, aun oculto,
cuando tu ternura enciende el mundo.
Porque nos guías, siempre delante,
siempre esperando.
Te doy gracias, Jesús, por tu misericordia.
Porque nos miras desde la congoja
y nos sonríes desde la inocencia.
Porque nos ruegas desde la angustia
de tus hijos golpeados,
nos abrazas en el abrazo que damos
y en la vida que compartimos.
Te doy gracias, Jesús, por tu misericordia.
Porque me perdonas más que yo mismo,
porque me llamas, con grito y susurro
y me envías, nunca solo.
Porque confías en mí,
tú que conoces mi debilidad.
Te doy gracias, Jesús, por tu misericordia.
Porque me colmas
y me inquietas.
Porque me abres los ojos
y en mi horizonte pones tu evangelio.
Porque cuando entras en ella, mi vida es plena.
Te doy gracias, Jesús, por tu misericordia.
y te pido que me ayudes a ser misericordioso.
Adaptación de una plegaria de J.M. Olaizola
Porque nos amas, tú el pobre.
Porque nos sanas, tú herido de amor.
Porque nos iluminas, aun oculto,
cuando tu ternura enciende el mundo.
Porque nos guías, siempre delante,
siempre esperando.
Te doy gracias, Jesús, por tu misericordia.
Porque nos miras desde la congoja
y nos sonríes desde la inocencia.
Porque nos ruegas desde la angustia
de tus hijos golpeados,
nos abrazas en el abrazo que damos
y en la vida que compartimos.
Te doy gracias, Jesús, por tu misericordia.
Porque me perdonas más que yo mismo,
porque me llamas, con grito y susurro
y me envías, nunca solo.
Porque confías en mí,
tú que conoces mi debilidad.
Te doy gracias, Jesús, por tu misericordia.
Porque me colmas
y me inquietas.
Porque me abres los ojos
y en mi horizonte pones tu evangelio.
Porque cuando entras en ella, mi vida es plena.
Te doy gracias, Jesús, por tu misericordia.
y te pido que me ayudes a ser misericordioso.
Adaptación de una plegaria de J.M. Olaizola
Comentarios
Publicar un comentario