Cristo es la vida
“Contigo hablo, niña,
levántate”
(Mc 5, 21-43).
La vida se gesta en el
silencio, en la oscuridad; en la tierra callada, en el vientre materno.
La vida puja siempre hacia
delante.
Una fuerza infinita, una
energía inagotable la alienta eternamente.
Jesús vacía la casa de
Jairo, que parece una tumba, y la transforma en una casa de alegría y de vida.
La hija de Jairo, niña de
12 años, y la hemorroisa, enfermo y vieja, van a encontrar en Cristo la “vida”,
porque Él es la vida.
Se reían de Él.
Sólo pretendía que la
oportunidad de vivir también la tuviera aquella niña de 12 años. 'Talitha
qumi'.
TALITHA QUMI
Palabras que transforman,
que ponen de pie.
Niña, levántate.
Palabras que dignifican,
que elevan al ser.
Cuida de que los elegidos
para la vida puedan vivirla y hacerlo con dignidad.
Alguien se ríe del regalo
de vivir y creer.
Pero, cuida y ama toda
vida con fe.
La fe es dar el primer
paso, incluso aún cuando no puedes ver el resto del camino.
El esbozo de una, sonrisa
que recorrió su cuerpo y el de los que la rodeaban apretujándola, y la miraban,
puso fin al sufrimiento de doce años de aquella mujer que con fe se atrevió a
tocar el manto de Jesús.
A veces sucede.
Señor, déjame ir contigo
sólo quiero caminar
detrás, pisar donde pisas
mezclarme entre tus amigos.
Recorrer esas aldeas
que habitan los olvidados
los que no recuerda nadie
ver como los recuperas.
Quiero escuchar tu palabra
simple y preñada de Dios
que aunque a muchos incomode
a tanta gente nos sana.
Quiero sentarme a tu mesa
comer del pan compartido
que con tus manos repartes
a todos los que se acercan.
Y un día tocar tu manto
como esa pobre mujer
suave, sin que tú lo notes
arrancarte algún milagro.
Esa que todos marginan
se atreve a abrazar tus pies
y derrama su perfume
porque en ti se ve querida.
Que de tanto ir junto a ti
pueda conocerte más,
tú seas mi único amor
y te siga hasta morir.
Javi Montes SJ
sólo quiero caminar
detrás, pisar donde pisas
mezclarme entre tus amigos.
Recorrer esas aldeas
que habitan los olvidados
los que no recuerda nadie
ver como los recuperas.
Quiero escuchar tu palabra
simple y preñada de Dios
que aunque a muchos incomode
a tanta gente nos sana.
Quiero sentarme a tu mesa
comer del pan compartido
que con tus manos repartes
a todos los que se acercan.
Y un día tocar tu manto
como esa pobre mujer
suave, sin que tú lo notes
arrancarte algún milagro.
Esa que todos marginan
se atreve a abrazar tus pies
y derrama su perfume
porque en ti se ve querida.
Que de tanto ir junto a ti
pueda conocerte más,
tú seas mi único amor
y te siga hasta morir.
Javi Montes SJ
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