Hemos sido agraciados



“Al que tiene se le dará 
y tendrá de sobra”
(Mt 13,12)

Dios se hace torrente para quien se hace capacidad.
El gozo de Dios es que todo ser humano viva en plenitud.
Pon tus dones en una mesa común para que todos puedan beneficiarse.
El manantial de Dios que hay en tu corazón nunca se agotará.

¿Quién más amigo de dar, que tú, Señor, si tienes a quién?
 Abre mi corazón a tus dones. 

Damos gracias a Dios porque se nos ha concedido el don de escuchar y comprender poco a poco la Palabra de Dios.
No tenemos más méritos que otros.
La fe es un don.

Este don no supone para nosotros un privilegio, sino una responsabilidad.
El don que hemos recibido no ha de servir sólo para nuestro enriquecimiento personal.
Hemos sido agraciados para que la Gracia llegue a otros; hemos sido amados, para que el Amor llegue a otros; hemos sido ungidos, fortalecidos, para que el Espíritu fortalezca a otros.

Fiesta de San Joaquín y Santa Ana:
Hoy pedimos por nuestros abuelos, ya estén aquí con nosotros o nos sigan cuidando desde el cielo.

“Un abuelo es alguien con plata en su cabello y oro en su corazón".

Gracias a todos abuelos, por su escucha, su paciencia, su entrega, su complicidad, su ternura.



Qué necesaria es la familia.
Qué bendición son los abuelos.
Qué importante que haya una relación fluida y fructífera entre distintas generaciones.
Con respeto, generosidad y cariño.
Escuela de acogida e integración.

El amor de Dios llega a sus hijos de generación en generación.
Él vino al mundo en una familia humilde; se encarnó como uno de nosotros en un tiempo y lugar concretos.
Pero su misericordia es eterna.


Al celebrar la memoria de los padres de María, Madre de Jesús, somos invitados a elevar un canto de acción de gracias y alabanza, porque, en verdad, somos dichosos, más afortunados que los antiguos patriarcas y profetas, porque a nosotros se nos ha dado contemplar el cumplimiento de las antiguas promesas, aquello que ellos anhelaron y esperaron, y que nosotros hemos recibido como un don inmerecido.
La alabanza y la acción de gracias, el sentirnos dichosos por lo que hemos visto y oído, por lo que vemos y oímos cada día (la alegría del Evangelio, la alegría del amor), ¿no deberá traducirse en una forma de vida que sigue encarnando y haciendo visible la cercanía y familiaridad de Dios entre los hombres?
Felicitamos a todos los abuelos y abuelas especialmente en este tiempo de crisis por su labor insustituible dentro de la familia de transmisores de la fe y garantes de los valores cristianos.


Pedimos al Señor que nos abra el entendimiento para comprenderle, para acoger su palabra y su amor, como a los discípulos camino de Emaús:

Quédate, Señor, que se hace ya tarde,
que el camino es largo y el cansancio grande.

Quédate a decirnos tus vivas palabras
que aquietan la mente y encienden el alma.

Mantén en ascuas nuestro corazón torpe,
disipa nuestras dudas y temores.

Míranos con tus ojos de luz y vida,
devuélvenos la ilusión perdida.

Lava las heridas de estos pies cansados;
despiértanos vida con gestos humanos.

Quédate y límpianos rostro y entrañas;
quema esta tristeza, danos esperanza.

Quédate, Señor, comparte nuestras viandas
y muéstranos, paciente, tus enseñanzas.

Pártenos el pan de tu compañía;
ábrenos los ojos de la fe dormida.

De tus palabras cuelga lo que buscamos,
lo hemos visto caminando a tu lado.

Quédate y renueva valores y sueños;
danos tu alegría y tu paz de nuevo.

Condúcenos siempre al mundo, a la vida,
para ver tu rostro en rostros cada día.

Quédate, Señor, que se hace ya tarde,
que el camino es largo y el cansancio grande.


Florentino Ulibarri

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