Gratuidad




“Id y proclamad 
que el Reino de los Cielos 
está cerca” 
(Mt 10,7)

Jesús nos llama por nuestro nombre, nos conoce y sabe nuestras posibilidades.
Todos tenemos una misión que puede no coincidir con lo que nosotros hemos pensado que sería lo mejor para la iglesia o para el mundo.
Se nos llama a ser fieles a lo que el Señor espera de nosotros, a vivir y actuar como auténticos discípulos.
Somos enviados, no protagonistas de la misión.
"Sígueme".

Llena tu alforja de fe y deseos de compartir el Evangelio con quien te cruces por los caminos.

- Señor, que cuanto haga sea para tu servicio.

Jesús pide a los suyos que anuncien una buena noticia:
Dios está cerca, su amor ronda a cada ser humano.
Dios quiere la vida.
Anuncia a Dios, anuncia la salvación, anuncia la vida.
Tu cercanía a las personas necesitadas es una forma preciosa de anunciar a Dios.

Gracias, Señor, por enviarme.
Lo haré todo en tu nombre.
Les diré a todos, de tu parte, que estás cerca


"Lo que habéis recibido gratis, 
dadlo gratis."
(Mt 10,8)

La gratuidad como forma de vida es un desafío en una sociedad donde reina lo efectivo, lo utilitarista y lo productivo.

Cada uno da lo que tiene, lo que cultiva.
Mira bien tu huerto y lo que guardas en tu mochila.
No lo dejes caducar o pudrir.
No des a tu hermano lo que no le hace bien.
El amor se da gratis.
Y no encuentra otro cauce de salida que la gratuidad.

Tenemos que tener mucho cuidado de convertir en mercado el anuncio del Evangelio o de hacer acepción de personas al anunciarlo.
El amor de Dios es gratis, no anunciemos otro dios


“Al entrar en una casa, saludad” 
(Mt 10,12).

Toda casa, todo pueblo, toda calle, toda persona, necesitan cada mañana el saludo de la paz. 
Cultiva el saludo con los que te rodean.
El saludo nos hace hermanos.

Salúdame con tu alegría, Señor.
 Visítame con tu salvación.  

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