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Sencillez




"Te doy gracias, Padre" 
(Mt 11,25).

Jesús abre su corazón y de lo más íntimo se salen el gozo y la alabanza.
Los pequeños comprenden su misterio, aunque no sepan de qué música son dueños.
Si quieres alegrar a Jesús abre tu corazón y deja que se siembren en él semillas de evangelio. 
Cultiva la sencillez: es la forma de entender las obras de Jesús en los pequeños. 

Gente sencilla
Sin dobleces,
sin ambages,
abierta a la Vida.
Gente sencilla.
De corazón humilde.
Gente sencilla.
Quizá no sobresalga,
pero es tu preferida.
Gente sencilla.


Agradece al Padre los prodigios que veas escondidos en los humildes de la tierra.    

Jesús da gracias por esas personas sencillas que acogen su mensaje de amor.
Nos unimos a su oración de alabanza...

Te damos gracias, Padre, por las personas que gozan del don de la fe, y confían en Ti aunque caminen en tinieblas.
Te damos gracias, Padre, por las personas que reconocen y lloran sus pecados, y tienen un corazón compasivo con los que se equivocan.
Te damos gracias, Padre, por las personas que se entregan a Ti y con alegría ofrecen todo lo que tienen a los hermanos.
Te damos gracias, Padre, por las personas de espíritu sencillo, que no conocen el temor que acobarda, ni la vergüenza que retiene.
Te damos gracias, Padre, por las personas que saben descubrirte y disfrutarte en la presencia de las personas y las cosas.
Te damos gracias, Padre, por las personas que viven la existencia como peregrinos, y a la luz de la fe, caminan en busca de la patria mejor, definitiva y verdadera.
Te damos gracias, Padre, por las personas...

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Quién puede pagar la luz del sol que alumbra cada día,
el gozo de una madre al dar a luz,
la chispa de ese amor que no vacila,
la lucha inagotable por ser ‘tú’.

Quién puede comprar la mueca de ese rostro que sonríe,
la brisa que te roza al caminar,
la firme decisión de ser humilde,
los ojos con que aún puedes mirar.

Quién puede poner precio a esa mano que acaricia,
al ‘te quiero’ que me sale sin querer,
al instante que devuelve la esperanza,
al encuentro que te vuelve del revés.

Quién puede saldar el cielo azul que ves tras tu ventana,
el esfuerzo de esa niña por leer,
el cansancio de esa vida jubilada,
la oración de aquel que pide sin creer.


Seve Lázaro, sj

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