¿Qué quieres que haga?


"Preparen el camino del Señor, 

allanen sus senderos"

(Mc 1,1-8)

El Señor desea abrir en nosotros un camino por el que pueda penetrar en nuestras almas y hacer su viaje...
El camino por el que ha de penetrar la palabra de Dios consiste en la capacidad del corazón humano.

Que cada uno de nosotros, Señor, en este segundo domingo de Adviento, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza.
¡Ven pronto, Señor!
¡Ven, Salvador!

Contempla el amor paciente de Dios que confía y busca siempre el bien de sus hijos.
Despierta la conciencia a la luz de la fe y busca una vida digna para todos.
Grita fuerte contra toda forma de esclavitud.
Aprende a ser un hombre, una mujer libre, generoso, fraterno.
Es Adviento

Y se pone a andar.
Sabe que el Adviento, primero, se vive por dentro y, luego, brotará hacia fuera.
No será fácil. Muchos no la comprenderán.

'Preparad el camino', es ahí en la vida cotidiana donde le vamos a encontrar. Como Juan, para que se produzca el encuentro en la soledad del desierto, con austeridad para que no pase desapercibido el tesoro de su venida.

Para escuchar y meditar la Palabra de Dios no es necesario huir al desierto, pero sí tener nuestros momentos de soledad y silencio para saber qué es lo que El Señor nos pide cada día y para qué

Preparar el camino para recibir al Señor, requiere tiempo, mirarse y dejarse mirar.
Descubrir lo que está torcido en nuestra vida. 

Convertirnos de lo que nos aleja de él.
Es un buen momento para recibir el perdón.
Para centrar la vida en él y no distraernos.

"La justicia y la paz son un don de Dios, pero requieren hombres y mujeres que sean 'tierra buena', dispuesta a acoger la buena semilla de su Palabra" (Benedicto XVI)

¿Estás listo para que una apisonadora pase por tu alma?
Es tiempo de asfaltar los baches de nuestro corazón, de allanar senderos. 

Nadie llega si no le dejamos venir.
Cuando alguien nos importa, hacemos todo lo posible para facilitarle el camino.

¿Qué quieres que haga?
Ahora que te siento vivo en mis adentros,
ahora que escucho tu palpitar en lo que me envuelve,
ahora que te desvelas en mis silencios…
Señor… ¿qué quieres que haga?
Aquí estoy
dispuesto a hacer tu voluntad.
Ayúdame a descubrirla entre los ruidos y prisas,
a saber discernir entre cada instante,
en cada circunstancia,
en cada presente.
Hazme ver, Señor, la parte que me corresponde;
el lugar que debo ocupar al servicio de mis hermanos.
Que sea tu Espíritu el que guíe mis pasos
y no mis enmascarados egoísmos.
Abre caminos,
marca senderos,
donde pueda serte fiel testigo del Evangelio,
donde pueda ser fiel continuador
de tu obra de amor,
desde lo que yo soy.
Sé que desde siempre cuentas conmigo
para colaborar contigo,
en la edificación del reino.
Ante ti, Señor,
tal como soy,
desde mi nada…
¿qué quieres que haga?



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