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Estar alegres.

 




En medio de vosotros hay uno que no conocéis”.
(Jn 1, 6-8. 19-28)

Hoy, domingo tercero de Adviento, es el domingo de la alegría mesiánica por la cercanía del Salvador.
Ponemos  nuestra mirada en Aquel que sólo puede ser causa de nuestro gozo cumplido, el Señor, que  es fiel a sus promesas, que no falla, que no hace acepción de personas, que viene para los  pobres, los que están tristes, los que en las noches oscuras de la fe y de la esperanza  ponen su confianza sólo en Él.
 
El Señor nos invita a estar alegres.
Esperamos un Mesías que nos traiga la liberación y la plenitud de la vida.
Allí donde hay sufrimiento, falta de libertad, opresión, injusticia, se tienen que despertar los sentimientos del Adviento y mirar confiados la venida del Cristo liberador.
 
La alegría es una característica esencial de la fe.
Sentirse amado y salvado por Dios es un gran gozo; sabernos hermanos de Jesucristo que ha dado su vida por nosotros, es el motivo principal de la alegría cristiana.
La alegría cristiana brota de la acción de gracias, sobre todo por el amor que el Señor nos manifiesta; cada domingo lo hacemos comunitariamente al celebrar la Eucaristía.
 
Dios está cerca.
Surge el verdadero hombre nuevo, la verdadera revolución.
La venida de Jesús nos lanza con más fuerza al porque el futuro ha empezado ya a ser presente.
 
Dios quiere cambiar nuestro corazón y nos anima a trabajar para transformar nuestra vida y nuestra sociedad.
El Señor está cerca, el Señor está entre nosotros.
 


En este domingo la actitud de Juan Bautista, sea cual sea la historia en la que andamos sumergidos, nos marca una senda a los cristianos, su misión y nuestra misión es testificar o indicar la presencia de Cristo en el mundo, procurando que nuestro testimonio sea transparente y los hombres descubran en nosotros el rostro de Jesús.
Sabemos que Jesús se encuentra entre nosotros, sabemos que está en medio de nuestro mundo.
 
Que nuestra alegría, oración, solidaridad, compasión muestre que somos más conscientes de la venida del Dios Salvador a nuestra vida.
La alegría no nace del poseer, sino al dar, al entregarse.
La alegría surge cuando el Reino se realiza mediante el encuentro fraternal de las personas por el amor.
 
El mundo de hoy necesita oír un anuncio de esperanza y ver testimonios vivientes de alegría auténtica porque Dios se ha hecho de nuestra carne y de nuestra sangre, su Madre es nuestra Madre y su vida es nuestra vida, somos pequeños y llenos de defectos, pero en nosotros puede resplandecer el poder y la misericordia de Dios.
 
 
 Ven Señor Jesús
 
Ven Señor Jesús y llénanos
con la alegría de tu presencia.
Que nuestro corazón se desborde
al sentirnos amados de un modo tan grande.
Ven Señor y que contagiemos
con la sencillez y generosidad de una vida
confiada en tus manos
la esperanza en tus promesas.
 
Ven Señor y danos la fuerza para ser
voz de aquellos que no pueden hablar,
oración de aquellos que no saben
o se han cansado de pedir.
Ven Señor, y que pueda darte gracias
no con palabras de fórmula
sino con un corazón que te descubre a cada paso
y no deja de bendecirte por tu amor y tu ternura.


 







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