"¿Eres tú...?

 


“Anunciad a Juan lo que habéis visto y oído”. 

(Lc 7, 19-23).

Descubrirse amados por Dios, es la experiencia de mayor liberación del corazón humano, que le permite ensanchar el horizonte existencial y encontrar paz en las situaciones más difíciles que tenga que enfrentar, y tener un corazón agradecido, por las pequeñas alegrías de cada día.

Es noche de duda, increencia, desconfianza.
Unos preguntan, como los discípulos de Juan:
"¿Eres tú el que ha de venir o hemos de esperar a otro?"
La noche duele, hastía, no aguanta la espera.
¿Es Él al que se ha de esperar?, preguntan.
Oremos en el común silencio:
"Ven, Señor"

A veces tenemos delante a quien esperamos y nos seguimos preguntando cuándo será que va a llegar.

No podemos desilusionarnos con Jesús por no cumplir con lo que esperamos que haga por nosotros.
Él va más allá: curará nuestras necesidades y dolores.
Tan sólo nos pide confianza y alegría, dejarnos en sus manos.

Para anunciar lo que hemos visto y oído, es preciso tener una mirada limpia, abierta, dispuesta, creadora; y unos oídos atentos, libres de prejuicios, deseosos de palabras, susurros y melodías de vida, de gracia y de Misericordia.

Eres Tú, sí, eres Tú el que esperamos. 
Vemos que los corazones más duros, cuando te conocen, cambian. 
Nos hemos dado cuenta que a aquellos que se han enamorado de Ti les brillan los ojos. 

 

Tiempo de Cambio y Conversión

 
Adviento,
tiempo de cambio y conversión.
 
Para preparar el nacimiento del Señor
hay que enderezar los caminos…
nos enseña Juan el Bautista,
que a su vez lo aprendió de Isaías,
y a los dos los encontramos
en los textos bíblicos del Adviento.
Porque para vivir como Dios pide
el camino es su Palabra.
 
¿Qué deberás allanar en tu camino
hacia el Padre y su proyecto?
En tu vida personal, en la mía, en la nuestra…
¿Cuáles son los escollos
que ofrecemos a la senda
que el Señor nos propone?
 
Adviento, tiempo de cambio.
Reencuentro con Dios-Esperanza,
que busca un lugar para nacer
en nuestro corazón,
y desde allí alimentar
nuestra conversión y sostenerla…
Porque lo difícil es
perseverar en el cambio,
y por eso te pedimos,
Señor de la Esperanza,
camina con nosotros,
camina cerca nuestro,
tómanos de la mano
para no desviar el rumbo.
 
 
Ayúdanos a vivir este Adviento
como tiempo de conversión,
para aprender a dar la vuelta,
reconocer tus pasos,
y caminar, con decisión,
por el sendero del Evangelio.
 
Caminar al encuentro del Dios de la Vida,
abriendo el corazón a su Palabra,
aprendiendo a escuchar su llamado,
y respondiendo con compromiso de vida.
 
Por el camino de la justicia y la paz,
por el camino de la opción por los pobres,
por el camino de la vida comunitaria
y la esperanza tozuda en un mañana distinto,
por el camino de Jesús, con el aliento del Espíritu,
hacia el Reino del Padre…
que asoma como brote nuevo y siempre vivo
en cada Navidad.
 
- Que así sea

Marcelo A. Murúa



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