¡Maranatha!

 


«Bendito el Señor Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su pueblo» (Lc 1,67-79).

El canto de bendición de Zacarías traza el camino de la nueva alianza: celebrar nuestra salvación delante de Dios sin temor, poder adorar, poder acercarnos y ofrecernos a Él completamente, caminar por el camino de la paz y de la luz.

Dios viene y libera.
Vino en la noche de Belén y está siempre viniendo a nuestros corazones y a la historia.
Viene para liberarnos de todo lo que nos esclaviza y deshumaniza.

 
Qué bueno que viniste, Jesús.
Qué bueno, realmente bueno, lo que ha sucedido y sucede en la vida y el corazón de la humanidad, los pobres y los bienaventurados.
Se hizo carne nuestra, vida nuestra, amigo y hermano nuestro. 
Nuestra paz.

"Por la entrañable misericordia de Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz." 
Qué bueno que viniste para los ensombrecidos, desolados, desamparados. 
Qué bueno

La entrañable misericordia de Dios se derrama en este mundo, y queda atrapada en el cuerpo de un bebé.

Un niño.
Pequeño, débil, vulnerable.
Un niño.
Ternura, dependencia.
Un niño.
Salvación, liberación, paz.
Un niño...Dios nos visita.


"Nos visitará el sol que nace de lo alto"
Una luz para iluminar, una estrella para guiar, un fuente de calor para romper los fríos que no son de invierno.
Cada rayo de Él para vivir con gozo cada despertar, cada amanecer, cada encuentro.

Un sol …
Una luz grandiosa va a venir a iluminar nuestra oscuridad.
En medio del que posiblemente sea el año más difícil de nuestra vida, esa luz se hace más necesaria que nunca.
¡Siente su fuerza!

"Para guiar nuestros pasos por el camino de la Paz"
En medio de una sociedad cada vez más crispada, donde la pandemia más que unir nos lleva al egoísmo y los que mandan a enfrentarnos unos con otros.
Hoy nace el que nos muestra el camino de la Paz.

Que todos tengamos hoy paz en el corazón.
Que sepamos limar asperezas, olvidar rencillas, disipar rencores.
No hacen falta grandes cenas ni muchas luces de colores.
Un corazón humilde y acogedor para recibir la novedad del amor de Dios en nuestra vida.

Contempla el misterio de Belén.
Siente el calor y la luz que surgen del Dios-con-nosotros y que llena el mundo de amor y paz.
A pesar de los años y las rutinas, déjate sorprender porque Dios ha puesto su tienda entre nosotros por pura gracia, y se ha hecho compañero de camino. 
 
Hoy sabréis que viene el Señor, y mañana contemplaréis su gloria.
Sol que naces de lo alto, resplandor de la luz eterna, sol de justicia, pones tu tienda entre nosotros, acampas en nuestra historia.

¡Maranatha! ¡Ven, Señor, Jesús!
 
Yo soy la Raíz y el Hijo de David,
la Estrella radiante de la mañana.
 
El Espíritu y la Esposa dicen: “¡Ven, Señor!”
Quien lo oiga, diga: “¡Ven, Señor!”
 
Quien tenga sed, que venga; quien lo desee,
que tome el don del agua de la vida.
 
Sí, yo vengo pronto.

¡Amén! ¡Ven, Señor, Jesús!

¡FELIZ NAVIDAD, hermanos! 

 


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