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La misión como cristianos

 


"Vino Juan y los pecadores le creyeron". 

(Mt 21, 28-32). 

¿Cuántas veces has dicho que de esta pandemia saldremos mejores? 
¿Crees que lo estamos consiguiendo? 
¿Haces caso a tu fe para guiarte en medio de la dificultad? 
Camina hacia el cambio con confianza en el Padre, tu mejor guía para conseguirlo.
 
'Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha'.
(Sal 33)
El Señor escucha, salva, redime, consuela, libera...
Invócalo con el corazón y con los labios.
Bendice y alaba al Dios que te ha creado, y te ama como un padre ama a su hijo. Confíale tu vida.
No quedarás defraudado.
 
Que se multipliquen los panes y los peces. 
Que se abran puertas al que busca refugio.
Que los besos y abrazos que no podemos darnos lleguen misteriosamente a los corazones.
Que el silencio de la noche se pueble de cantos de gloria. 
Que la ternura y la paz nos invadan.
Esa Navidad
 
Necesitamos ir la viña a abrazar al que sufre, a acompañar al que anda con dudas y con deseos de cambio.
Nuestro sí debe ser un sí al hermano para que se sienta con fuerzas para afrontar, con luz y esperanza, la tormenta de la incertidumbre.
 
En el camino de preparación a la Navidad que cada uno de nosotros va recorriendo, y que también realizamos con toda la comunidad cristiana, hoy se nos ofrece una gran oportunidad: la de juzgar sobre nuestra adhesión cordial a Dios. 
No se trata sólo de afirmar que creemos, o de una vida más o menos devota, sino de ver si estamos trabajando en la viña del Señor. 
Porque la vida cristiana conlleva siempre una misión y de lo que se trata es de cumplirla. 
Dios nos pide fe en Él, nos salva, pero también nos encomienda un trabajo. Realizarlo forma parte de la verdadera vida de fe, aunque sobrepase nuestras fuerzas, pues siempre contamos con su ayuda.

En este Año dedicado a san José, pedimos al santo Patriarca que nos ayude a, como él, ser prontos para cumplir la voluntad de Dios.

 Dios y protector nuestro, que respondes a quienes acuden a ti con un corazón sincero, escucha nuestras oraciones 
y enséñanos a ser humildes y sencillos, de forma que, reconociendo nuestras limitaciones, nos abramos a la venida de tu Hijo cuando nos visite en los acontecimientos de la vida. 



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