Señor, que vea
"Ten compasión de nosotros, Hijo de David"
(Mt 9,27-31)
Y, cuando ha llegado la pandemia, descubrimos nuestras limitaciones, nuestra dependencia de Dios y de los demás.
No podemos seguir cegados.
El miedo es nuestro peor enemigo.
Nos ciega, nos paraliza, nos dobla y repliega sobre nosotros mismos.
El antídoto es el amor y la confianza.
Hay quien la ha perdido, quien se siente sin fuerzas para resistir los embates de la vida.
No nos cansemos de amar y dar confianza.
Nuestra respuesta debe ser, 'sí, Señor', contigo la soledad es menos, el miedo desaparece, las dudas e incertidumbres se aclaran, la esperanza permanece...
El 'sí, Señor' de cada día será transformador de nuestra vida
"Ten compasión de nosotros, Hijo de David"
La fe nos libera para poder dirigirnos a Él y pedirle que comparta nuestra vida en el sufrimiento y la llene de esperanza y futuro
"Que os suceda conforme a vuestra fe".
Mostremos la compasión de Cristo a aquellos que gritan pidiéndole ayuda. Somos la respuesta generosa de Dios, para abrir los ojos de los que claman al cielo y descubran la luz de la salvación.
Ven Señor Jesús
y no permitas que las tinieblas tomen nuestro corazón.
Ven Señor Jesús, luz que no se apaga
y abre con la gracia de tu Espíritu nuestros ojos.
Ven Señor Jesús, luz venida a nuestro mundo
y sana nuestras cegueras y oscuridades.
Ven Señor Jesús, luz resplandeciente
y renueva nuestra mirada para tener tus mismos ojos
y reconocer la obra de Dios.
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