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Es diferente

 

 


"¿Con qué autoridad haces esto?

¿Quién te ha dado semejante autoridad?"  

(Mt 21,23-27)

Vivimos un tiempo que la autoridad parece que la da el poder, pero sólo tiene autoridad el que enseña desde el testimonio de una vida coherente

La autoridad no es la conquista del poder, la adquisición de un estatus o la imposición de la voluntad personal sobre los demás.

La autoridad es un don que se recibe.

Un reconocimiento que se alcanza por la coherencia de vida entre lo que se dice y lo que se hace.

Autoridad que no da prestigio sino que conduce a tocar a los que nadie toca.

Una autoridad que se transforma en servicio y no en poder.

Que va más allá de los gestos y llega al corazón.

La autoridad de Jesús es diferente.

Si tienes la suerte de tener cierta autoridad (aunque sea en la intimidad de tu casa), úsala solamente para servir a los demás.

Esa es la verdadera grandeza de las personas buenas. 

Hoy Fiesta de san Juan de la Cruz: 




«Si pones en Él los ojos, lo hallarás en todo» y sobre el verdadero amor dice: “El alma que anda en amor, ni cansa, ni se cansa”.

“Donde no hay amor, poned amor y encontraréis amor”.

“Me parece que el secreto de la vida consiste simplemente en aceptarla tal cual es”.

De la mano de los místicos se equilibra el alma y el cuerpo.

La vida se adentra en quietud al atravesar campos de inquietud.

Mantiene la calma en medio del combate.

Edifica y consolida la casa estando todo en ruinas. 

Encuentra la fuente que 'mana y corre', aunque sea de noche. Señor, la novedad nos da siempre un poco de miedo; nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control, si somos nosotros los que construimos, programamos, planificamos nuestra vida, según nuestros esquemas, seguridades, gustos....

 Señor, la novedad nos da siempre un poco de miedo; nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control, si somos nosotros los que construimos, programamos, planificamos nuestra vida, según nuestros esquemas, seguridades, gustos....

Y esto nos sucede también contigo.

Con frecuencia te seguimos, te acogemos, pero hasta un cierto punto; nos resulta difícil abandonarnos a Ti con total confianza, dejando que el Espíritu Santo anime, guíe nuestra vida, en todas las decisiones; tenemos miedo a que nos lleves por caminos nuevos, nos saques de nuestros horizontes con frecuencia limitados, cerrados, egoístas, para abrirnos a los tuyos.

Tú eres novedad y haces nuevas a las personas que, con confianza, se dejan tocar por Ti:

Noé, del que todos se ríen, construye un arca y se salva; Abrahán abandona su tierra, aferrado únicamente a una promesa; Moisés se enfrenta al poder del faraón y conduce al pueblo a la libertad;

los Apóstoles, de temerosos y encerrados en el cenáculo, salen con valentía para anunciar el Evangelio.

Y nosotros, ¿estamos abiertos a las sorpresas que nos preparas o nos encerramos, con miedo, a la novedad del Espíritu Santo?

¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que Tú nos presentas o nos atrincheramos en estructuras y costumbres caducas, que han perdido la capacidad darnos y dar las mundo la alegría más grande?

Danos un corazón abierto para acogerte, para abrirnos a tu novedad, con la seguridad de que Tú nos amas y siempre quieres nuestro bien.





 

 

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