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El " Te quiero de Dios"

 


En el principio existía el Verbo...y el Verbo era Dios.
 (Juan,1,1-18)
 
El Verbo se ha hecho carne.
Dios se ha hecho ser humano.
Esta es la gran revolución de la historia, que año tras año recordamos.
Lo único cierto que no desgasta el tiempo.
El cimiento para un nuevo año.
 
Se abren caminos nuevos a cada paso.
Renuevo la lucha por la vida con el corazón pacificado.
Renuevo la confianza, porque el amor la sustenta.
Suelto lastre.
Dejo atrás penas (...son del hombre las cadenas).
Gracias por lo vivido y aprendido.
Acojo lo nuevo con amor y confianza.
 
Todo pasa.
Solo el amor permanece.
Y el amor nos hace eternos.
Mantén encendido ese fuego dentro, no importa lo fuertes que sean las tormentas y los vientos.
Crea hogar con los que tienen frío en el cuerpo y en el alma.
Suaviza la dureza de la vida con el bálsamo de la amistad.
 
La Palabra es Jesucristo, Dios que se hace hombre, que viene y se queda, que vive y quiere que vivamos...
La Palabra, hecha hombre, en medio de este mundo, es el 'te quiero' de Dios para siempre.
 
Palabra que crea y recrea.
Palabra que abraza y acaricia.
 
Palabra que sana y espolea.
Palabra que susurra y grita.
 
Palabra que esponja y refresca.
Palabra que consuela y alivia.
 
Palabra que apacigua y serena.
Palabra que denuncia y agita.


 
"En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres" 
Muchos aceptaron la Palabra, pero otros tantos la rechazaron.
No hay temor; sigamos acogiendo en nuestro corazón a Jesús.
¿Qué mejor propósito?
 
Terminamos un año y empezamos otro distinto, pero que nadie se olvide que si no tenemos Luz seguiremos dando bandazos de un lado para otro sin ver y lo que es pero, sin vida que vivir.

Yo había pedido…

Yo había pedido a Dios la fuerza para
alcanzar el éxito, pero Él me hizo débil a
fin de que aprenda humildemente a obedecer.
 
Yo había pedido la salud para hacer
grandes cosas, pero Él me dio la enfermedad
para que pueda hacer cosas mejores.
 
Yo había pedido el poder para ser apreciado
por los hombres, pero me dio la debilidad
para que experimente la necesidad de Dios.
 
Yo había pedido la riqueza para
ser feliz, pero me ha dado la pobreza
para que pueda ser prudente.
 
Yo había pedido un compañero para no
vivir solo, pero me dio un corazón para
que pueda amar a todos mis hermanos.
 
Yo había pedido cosas que pudieran
alegrar mi vida, pero he recibido la vida
para que pueda gozar de todas las cosas.
 
Yo no he obtenido nada de lo que
había pedido, pero he recibido
todo cuanto había esperado.
 
Casi a pesar de mí mismo, mis plegarias
no formuladas han sido escuchadas. 
Yo soy, entre los hombres, el más ricamente colmado.         

 


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