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«Hágase»

 



«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».

(Lucas 1, 26 – 38).

 

Salve, lucero que el Sol nos anuncia;
Salve, regazo del Dios que se encarna.
Salve, por ti la creación se renueva;
Salve, por ti el Creador nace niño,

Himno Akáthistos (s. VIII).

 

Elegida por Dios para llenarla de  su Amor y que sea ella la que lo haga presente en el mundo para todo hombre y mujer.
La propuesta de Dios comienza con un 'Alégrate' y termina con el 'hágase' esperanzado de María.

ALÉGRATE
En medio del sufrimiento y el dolor,
alégrate.
Incluso con dudas e incertidumbres,
alégrate.
Contando con tu pobreza y limitación,
alégrate.

Sí.

Alégrate,
porque estoy contigo.
Alégrate,
porque soy tu esperanza.
Alégrate,
porque contigo hago camino.

María abre la puerta al «hágase», que no es otra cosa que dejar que Dios haga las cosas a su manera, con su consentimiento, sabiendo que, aun no teniendo todas las cosas claras, su disposición se abre para hacerlo sin barreras. Y a partir de ahí comienza un nuevo tiempo.
Sólo dos letras que cambiaron la Historia de la humanidad.
¿Y tú, estás dispuesto también a decir SÍ, sin condiciones?

Dejarse hacer por la Palabra de Dios como María.
Mujer sencilla, profundamente humana. Invitada a vivir en la alegría porque Dios está con ella. La fuerza del Altísimo la cubre con su sombra.
La sombra alcanza cuando hay mucha cercanía.

Como María, en fidelidad al Dios de la vida, avivamos la esperanza que nos compromete: enredados por un mundo fraterno.

¡María, la concebida sin mancha, sin pecado... la que nunca falla y siempre acoge y abraza! Encomiéndale todos tus afanes y preocupaciones y no tendrás mejor intercesora ante Jesús.

La Virgen María nos abraza, nos escucha, nos acoge, nos protege, nos consuela, nos anima.
Y lo hace con ternura y con todo su amor.
Como lo haría cualquier madre.
En la Festividad de la Inmaculada Concepción nos felicitamos por tenerla como madre.

¡Alégrate!, porque –como María– has hallado gracia ante Dios.
El Señor nos ama, viene a nuestro encuentro y nos regala su Espíritu; para vencer al pecado, para tener vida eterna, para amarlo en el hermano...
¡Para ser felices!

¡Oh, María Inmaculada, estrella de la mañana que disipas las tinieblas de la noche oscura, a Ti acudimos con gran confianza!
(San Juan XXIII).
Guíanos, Madre, a llegar hacia el Altar para encontrarnos con Jesús Eucaristía.

 

¿DIOS SIN NOSOTROS?
¿Cómo puedes Tú necesitarnos?
Y, sin embargo, puedes.
Para ser Dios-con-nosotros
no lo serás sin nosotros.
Es un «Hágase» la llave
que abre la puerta
del amor hecho carne.
Hágase la paz,
la justicia,
o el perdón.
No es palabra hueca,
impersonal o ajena,
sino promesa
plantada en la tierra,
aceptada en la historia
acogida en la entraña.
Hágase en mí,
en nosotros,
en quien salte al vacío
de tu mano.
En este estropicio
de mundo,
hace falta
quien recupere
la cordura
y eche a volar,
quien recobre
la ternura
y acaricie,
con palabras y gestos,
la realidad,
al fin transfigurada.

@jmolaizola 

¡FELIZ DÍA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN! 



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