Viene Dios
“¡Se llamará Juan!”
(Lc1,57-66)
No limitemos nuestra fe a una noción abstracta de la existencia de Dios, abandonémonos como María en el poder y en el amor de Dios.
La vida de Isabel y Zacarías nos muestra un poder extraordinario de Dios.
Todos se admiran, comentan, sospechan... algo está pasando.
Lo nuevo es posible, el cambio se está produciendo sin detenerse...
¿Qué será lo nuevo que se anuncia?
Dios no quiere cristianos “de postureo”, cristianos con miedo al “qué dirán”.
¡Sal fuera, sin temor!
Testimonia tu fe y hazla visible en tus acciones.
Especialmente, con quienes más necesitan de tu ayuda en estos momentos tan difíciles.
La figura de Juan el Bautista nos invita también a nosotros a la conversión, a volvernos hacia ese Señor que viene a salvarnos, y a dejarnos salvar por Él.
Se hace necesario callar para escuchar la voz de Dios en nuestro propio interior y dejarla producir fruto abundante.
Un silencio que no es mudez.
La experiencia de la Palabra de Dios en nosotros, nos tiene que hacer capaces de nombrar a nuestros hermanos y a todas las cosas, con el nombre que Dios les ha dado.
De este modo, nuestras palabras serán el lenguaje de las actitudes llenas de amor, de respeto, de preocupación por el bien de todos los que esperan el cumplimiento de la esperanza, que Dios ha puesto en el corazón del mundo.
Dios no es nada del pasado sino que abre futuro.
Con Juan, ¡Dios se complace!, nace un mundo nuevo, será el precursor de la gracia, que invitará a los hombres a superarse para ir al encuentro de la aventura.
Viene Dios, "viene a visitarnos el Sol que nace de lo alto" para renovar todas las cosas.
Que seamos capaces en ver en este niño-Dios la aurora de un futuro nuevo.
Que en El Niño-Dios te encuentres con lo mejor de Dios: su amor, su ternura y su firme propósito de hacerte feliz, pues para eso ha nacido Dios para recuperar el camino perdido, el camino de vuelta a casa, de vuelta a Dios.
El camino de la verdadera felicidad.
Este es un día para orar, contemplar, abrir los ojos dormidos, desperezar la pereza, soñar con Él.
OH EMMANUEL,
Rey y Legislador nuestro,
esperanza de las naciones
y salvador de los pueblos,
ven a salvarnos,
Señor Dios nuestro
Ven Señor Jesús, enciende nuestro corazón con la audacia necesaria para lanzarnos en el camino fe teniéndote como única certeza y apoyo
Ven Señor Jesús, quema nuestras inseguridades para que nos animemos a nombrar la vida y la historia desde tu palabra renovadora.
Ven Señor Jesús, recrea nuestras certezas para que no nos acostumbremos a lo que ya está sino que nos arriesguemos a abrirnos a lo que está por venir y allí pongamos nuestros esfuerzos y luchas.
Ven Señor Jesús, quema nuestras inseguridades para que nos animemos a nombrar la vida y la historia desde tu palabra renovadora.
Ven Señor Jesús, recrea nuestras certezas para que no nos acostumbremos a lo que ya está sino que nos arriesguemos a abrirnos a lo que está por venir y allí pongamos nuestros esfuerzos y luchas.
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