La Verdad
«Si permanecéis en
mi palabra,
seréis de verdad discípulos míos;
conoceréis la verdad,
y la verdad
os hará libres»
(Jn 8, 31-42)
Seguir a Jesús implica mantenerse fiel a su Palabra, de manera
que el verdadero discípulo ya no es sólo el que cree, sino sobre todo el que
escucha, vive y da testimonio.
Somos discípulos de Él, no busquemos otro maestro que nos
oriente o al que seguir. Jesús nos quiere libres porque la relación con Él es
una relación de amor.
Nuestras
obras manifiestan de quien somos hijos.
Miremos cada día a la Cruz y reconozcamos en ella el amor de Dios, que nos perdona los pecados; la fuente inagotable de una Vida nueva, que nos hará ser y vivir como hijos del Padre celeste.
Miremos cada día a la Cruz y reconozcamos en ella el amor de Dios, que nos perdona los pecados; la fuente inagotable de una Vida nueva, que nos hará ser y vivir como hijos del Padre celeste.
La libertad de Jesús nos libera de toda esclavitud, nos hace
fuertes ante la injusticia, la violencia, y todos los egoísmos que destrozan al
ser humano.
El pecado, el mal y el no perdonar nos esclavizan para siempre.
Solo Dios nos libra de todo eso.
Esa libertad tan solo la da el amor, que juega en una liga
diferente a la del mundo y está por encima de la ley
Jesús hombre libre
Nosotros tenemos tu secreto.
Podremos ser como tú.
Felices seremos si recibimos tu mensaje.
Es un mensaje en clave,
por eso el mundo no lo entiende.
Tampoco nosotros seremos comprendidos
si acertamos a cumplirlo en nuestras vidas.
¿Podremos llegar a entenderlo?
Tú nos aseguras que seremos libres
si las riquezas no nos atan,
si sabemos compartir con los demás,
si aguantamos las ofensas sin vengarnos,
si sentimos en nosotros las desgracias ajenas,
si buscamos la justicia
por encima de nuestros intereses,
si tratamos de comprender y perdonar,
si nuestra mirada y nuestro corazón son limpios,
si ponemos paz en nuestro interior y en derredor nuestro,
si nos desprecian y persiguen por obrar rectamente,
si interpretan mal el bien que hemos hecho.
Jesús, es sencillo, pero nada fácil.
Por eso pedimos tu ayuda.
Lo que nosotros no podemos,
que tu Espíritu lo realice en nosotros,
para que cada día nos sintamos más libres
y nos vayamos pareciendo a Ti.
Señor: a cuantos nos sentimos afectados por el
coronavirus,
danos la gracia de vivir siempre en la esperanza.
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