Vivir para hacer el bien.
"Abrahán le dijo:
«Si no escuchan a Moisés y a los
profetas,
no se convencerán ni aunque resucite un muerto»" (Lc 16, 19-31)
Lo principal a destacar sobre la parábola del rico epulón
y el pobre Lázaro, que escuchamos este
domingo, es su actualidad; mostrar cómo la historia se repite hoy, en
nuestro medio, en dos niveles: a nivel mundial y a nivel nacional.
A veces somos ricos que banquetean sin pensar en lo que
sucede a las puertas de su casa.
Hemos de abrir los ojos para ver allá del propio ombligo,
salir de la apatía y la comodidad, interesarnos por el hermano que sufre.
Ofrecer recursos, tiempo, compañía, una palabra de
aliento.
Danos, Señor, entrañas de misericordia.
Un corazón que se conmueva ante el dolor de los
oprimidos, los hambrientos, los cautivos.
Marchemos todos hoy y siempre en favor de un mundo
diverso.
Acoge a los que llegan, rotos de la vida, como te
gustaría ser acogido a ti a la inversa.
Acoge al que viene, pues para nosotros es Cristo quien
viene y quien acoge.
Esta es nuestra riqueza: vivir para hacer el bien.
Danos tu Espíritu que nos impulse a salir de nuestras
seguridades, y nos lleve a buscar el bien, la justicia, la paz.
Venga a nosotros
tu Reino.
La mirada de Dios es otra. La estructura y relación del
Reino es otra. Jesús nos muestra dónde y
cómo aparece y se nos da el reino de Dios. Reino de Dios que nos exige la
urgencia del compartir, de la superación de las desigualdades.
Que importante es educar la mirada para ver al que
tenemos al lado y sufre, al que comparte vida, trabajo, momentos con nosotros y
nos necesita.
Educar la mirada es centrarla en los otros y dejarles
sitio en la mesa de la vida
La mejor forma de transmitir a Cristo, de evangelizar el
mundo, es con nuestro ejemplo, dándonos a los demás.
Esa es la mayor riqueza que tenemos.
Danos entrañas de misericordia frente a toda miseria
humana; inspíranos el gesto y la palabra oportuna frente al hermano solo y
desamparado; ayúdanos a mostrarnos disponibles ante quien se siente explotado y
deprimido.
Que tu Iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando.
Que quienes te buscamos sepamos escuchar tus llamadas en la vida de cada día y crezcamos en fidelidad al Evangelio; que nos preocupemos de compartir en el amor las angustias y tristezas, las alegrías y esperanzas de todas las personas, y así les mostremos tu camino de reconciliación, de perdón, de paz.
Que tu Iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando.
Que quienes te buscamos sepamos escuchar tus llamadas en la vida de cada día y crezcamos en fidelidad al Evangelio; que nos preocupemos de compartir en el amor las angustias y tristezas, las alegrías y esperanzas de todas las personas, y así les mostremos tu camino de reconciliación, de perdón, de paz.
Hoy, fiesta de
los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.
Sus nombres acaban en
"-el" (Dios) porque aluden a la misión que Él les encarga.
Significan:
"¿Quién como Dios?", "Fuerza de Dios" y
"Dios cura", respectivamente.
¿Qué don te ha dado Dios (tu nombre) el?
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