“¿Qué tiene su palabra?...”



“Todos comentaban estupefactos: ¿Qué tiene su palabra? 
Da órdenes con autoridad” 
(Lucas 4, 31-37)

"La verdad os hará libres."
Conocer la verdad de lo que somos nos libera de cargas, culpas, miedos, inseguridades.. 
Conocer y aceptar nuestra debilidad, al igual que nuestras capacidades, nuestros dones. 
Armonizar todo nuestro ser y ponerlo al servicio de los demás con humildad.

La autoridad no es una conquista sino un aprender: en la coherencia de vida, en la sencillez y sinceridad, en la profundidad de la experiencia, en la apertura a lo diferente, en la cercanía con los demás, en el conocimiento humilde de quien soy.

Tiene autoridad quien vive según predica, quien es coherente entre lo que hace y lo que dice, quien sabe bien de qué habla.
 Jesús es Palabra viva.
Él verbaliza y crea.
Es importante cuidar las palabras que pronunciamos.
Dejar que el Espíritu se exprese en nosotros y nos recree.

Jesús no ha venido a fastidiarnos la existencia; al contrario, su Palabra y su Espíritu nos devuelven la dignidad perdida por el pecado, nos recrean y nos van haciendo verdaderamente libres en nuestra relación con el Padre, con los demás y con nosotros mismos.

“¿Qué tiene su palabra?...” ¿qué tiene tu Palabra, Señor?
Es capaz de serenar, de confrontar nuestra vida con la Verdad, de iluminar nuestro camino, de descubrir nuestra realidad más profunda, de hacernos hablar...
No dejes de hablarme, de susurrarme al corazón, de pronunciar mi nombre con tus labios, haciendo resonar el eco que produce en tu Corazón...


La Palabra de Jesús es Luz que ilumina la vida de tantos que andan extraviados.
Ella consuela, anima, levanta, cura, salva a todos aquellos que la escuchan y acogen.
Que se haga en mí según tu Palabra

Señor, Tú hablas con autoridad,
porque has sido enviado por Dios Padre, no eres un entrometido;
porque hablas de lo que sabes, no hablas de oídas;
porque hablas con sencillez, para que te entiendan, no para demostrar lo mucho que sabes;
porque hablas con respeto, nunca con violencia;
porque haces lo que dices, vives lo que hablas;
porque tus palabras buscan mi bien, aunque a veces no quiera escuchar lo que me dices;
porque tus palabras reflejan la verdad, sin esconder la luz ni las sombras;
porque tus palabras descubren nuestros fallos para que los superemos, nunca para humillarnos;
porque tus palabras nos recuerdan quiénes somos y lo mucho que valemos para ti;
porque tus palabras, tu mirada, tus gestos y tu vida nos anuncian un mismo mensaje: que nos amas con todo el corazón y que tu amor nos acompañará siempre.
Señor, ayúdame a hablar como Tú, a vivir como Tú, a ser como Tú.


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