A la manera de Dios
Sed misericordiosos
como vuestro Padre es
misericordioso
(Lc 6, 27-38)
La plena realización del hombre consiste…, en una vida
vivida en el encuentro con Dios, que de este modo se hace luminosa también para
los demás, también para el mundo.
Deja que las palabras del evangelio calen hasta los
“tuétanos” de tu corazón.
Irás percibiendo,
por ejemplo, que la misericordia de Dios es algo muy distinto a una pasión
sentimental, o una afectividad pasajera.
Conocerás por qué el Amor de Dios sólo se explica desde
la Cruz… y querrás quedarte ahí por mucho tiempo…, sin querer “saber” nada más.
El amor no tiene límites, acoge al diferente, escucha al
que piensa distinto, perdona al que te hiere,...
Solo el amor salva.
Sólo el amor sana.
El amor que viene de Dios, no el sentimentalismo.
El amor incondicional que reconoce que somos uno; que perdona porque sabe que o nos salvamos juntos o no nos salvamos.
Hemos sido creados por amor y para aprender a amar.
Y no hay otro camino.
El amor que viene de Dios, no el sentimentalismo.
El amor incondicional que reconoce que somos uno; que perdona porque sabe que o nos salvamos juntos o no nos salvamos.
Hemos sido creados por amor y para aprender a amar.
Y no hay otro camino.
"Amad a vuestros enemigos"
¿También a aquel que te insulta, que quiere tu puesto, que te difama...?
¿También a aquel que te insulta, que quiere tu puesto, que te difama...?
Ponernos la etiqueta de seguidores hay que hacerlo con
mucha humildad, con cierta vergüenza por cómo vivimos.
Hoy recordamos el
nombre de aquella que trajo al mundo el Salvador y que el pueblo cristiano
siempre ha invocado con fe y devoción.
Hoy es la fiesta
del Santísimo Nombre de María, nombre santo y maternal, luz que ilumina los
cielos y la tierra.
Repite con
orgullo su nombre
Luce con orgullo
su nombre
Defiende con
orgullo su nombre
Vive con orgullo
su ejemplo.
“El nombre de
María es jubilo para el corazón, miel para la boca y dulce melodía para los
oídos”
(San Antonio de Padua).
Como canta la
liturgia, el Padre ha querido “que
también el nombre de María estuviera con frecuencia en los labios de los
fieles; estos la contemplan confiados, como estrella luminosa, la invocan como
madre en los peligros y en las necesidades acuden seguros a ella”.
¡Madre de mi alma!, de ti se puede decir, como de nadie,
las palabras de tu Hijo:
“Os verterán una medida generosa, colmada, remecida,
rebosante”.
Rebosas de sabiduría divina, porque en la infinitud de
tanta humildad se “encaprichó” el Amor de Dios.
Ninguno de nosotros estamos solos o vamos huérfanos por
la vida.
Tenemos una madre, se llama María, y ella nos busca
incansablemente para llevarnos de la mano hasta su Hijo.
Que María te acompañe siempre, y acuérdate de ella.
Cristo
de la Vida, nuestro Dios,
que pediste al Padre por quienes te crucificaron,
y nos dijiste, a nosotros, tus discípulos,
que rezásemos por nuestros enemigos:
perdona a quienes nos odian y nos oprimen,
y por medio de tu gracia y tu amor por la humanidad,
cambia sus vidas para que, dejando de hacer el mal,
amen a su prójimo y tengan una vida plena de bondad.
Que ninguno de ellos perezca por nuestra causa,
sino que a ellos y nosotros, juntos, nos alcance tu misericordia.
Ayúdanos, Señor, a cumplir, tanto cuanto seamos capaces,
tu mandamiento de amar a nuestros enemigos
y de hacer el bien a quienes nos odian.
Te imploramos y rogamos: Tú, el Misericordioso,
transforma los odios de nuestros enemigos
en actos de amor y reconciliación,
Te rogamos, Señor nuestro misericordioso,
escúchanos y ten piedad.
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