Los ojos puestos en ti.




Me ha enviado a evangelizar 
a los pobres… 
Ningún profeta es aceptado 
en su pueblo 
(Lc 4, 16-30)

"La oración es el encuentro de la sed de Dios con la sed del hombre".
Y qué grato encuentro donde una fuente inagotable nos sacia de Agua viva.
Qué consuelo al alimentarnos con su Pan y su Palabra.
Busca al Señor con sincero corazón; renacerá tu amor y tu esperanza.

Cuando me siento solo y abatido, los ojos fijos en ti.
Cuando estoy con miedo y dubitativo, los ojos puestos en ti.
Si la vida me sonríe y estoy lleno de esperanza, los ojos fijos en ti.
Si me sé querido y con confianza, los ojos fijos en ti.

Qué difícil resulta, a veces, reconocer la presencia y el paso del Señor en casa, en los pequeños detalles, en lo cotidiano...
Y, sin embargo, ahí está Él -pobre, humilde, cercano-, para curar y consolar, para sanar y liberar, para darnos su mismo Espíritu.

El encuentro con Jesús nos urge a hacer posible la buena noticia.
Hemos sido ungidos para continuar la misma misión de Jesús en nuestra vida de cada día.
Ungidos para llevar consuelo y esperanza a los tristes, trabajar por la justicia, y la solidaridad con los empobrecidos.
 Gracias a quienes viven entregados a servir a los pobres de la tierra.
 Hacen vida la Palabra.

Escuchar la Palabra 

Señor de la Vida, abre nuestro corazón a Tu Palabra.
Queremos anunciar Tu Reino y construirlo con nuestras vidas.

Queremos ser testigos de Tu amor y Tu proyecto para todos.
Ayúdanos a escuchar Tu Palabra, a leer y rezar con la Biblia,
a contemplar la vida y la historia para descubrir Tu propuesta
y caminar hacia Tí.

Tú Señor, que aprendiste de la mano de María,
la Virgen fiel, enséñanos a seguir su ejemplo.
Maestra de las cosas de Dios,
quien guardaba en Su corazón lo que vivía,
y meditaba en el silencio lo que iba descubriendo.

María, mujer sencilla, que no entendía todo
pero se animó a decir sí a todo.
Ella nos enseña que para vivir la fe hay que escuchar mucho,
hay que escuchar siempre…

Tú, Señor, que mostraste a los discípulos la necesidad
del encuentro con Dios, única compañía que acompaña todo,
muéstranos cómo seguir Tus pasos.

Ayúdanos a buscar momentos para el diálogo con el Padre.
Enséñanos a percibir el aliento del Espíritu
que sopla en nuestras vidas.

Guíanos al encuentro con la Palabra que espera en la Biblia
para descubrir nuevos caminos y revelar la presencia de Dios
en la vida y en la historia que vivimos.

Danos hambre y sed de Tu Palabra cimiento verdadero
donde asentar un proyecto de vida en la huella hacia el Reino.
Despierta en nosotros el gusto por la lectura cotidiana de la Biblia,
para aprender a escuchar, discernir y que estás cerca…

que pasas a nuestro lado, que caminas en nuestra historia…
y nos llamas para ser tus testigos y anunciar que es posible
un mundo distinto, más fraterno, humano, justo y en paz.

Marcelo A. Murúa

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